sábado, 27 de noviembre de 2010

Veintiuno.

Me acerqué a él sin vacilar, sin pensar. Acaricié su rostro con la yemas de mis dedos.
Sus labios se aproximaban cada vez más a los míos. Un beso, lento, atractivo, seductor y mágico.
¿Qué sería de mí? Me pregunté. ¿Qué más daba?
Caricias, besos y susurros. Los escalofríos me resultaban algo maravilloso.
Mi cuerpo temblaba de miedo, emoción... Nunca sabré de verdad si esperaba que todo ocurriera de aquella manera.
Justin siguió impeliéndome. Me empujó a la hierba, su mano sostuvo mi cabeza, equilibrando la caída.
Beso tras beso, apenas me daba tiempo a respirar, mi corazón latía violentamente. Deseaba cada vez más.
La mano de Justin bajó y empezó a subirme la camisa.
Debía pararle, pero no quería.
No debo, defraudaré a mamá.
- Just ––dije quitando mi boca de la suya.
Justin paró y se separó de mi con rapidez. Se sentó en la hierba y me miró avergonzado.
- Yo... ––intenté explicar algo, pero ni pensaba con claridad ni sabía que decirle.
- Lo siento ––murmuró él.
- ¿Por qué lo sientes? ––le pregunté intentando visualizar una conversación.
- Por haberte intentado...
- Eh, yo no lo siento. 
- Yo no debía.
- ¿Por qué no?
- Yo... tengo una pacto conmigo mismo.
- ¿Me lo quieres contar?
- No mantendré relaciones sexuales hasta que madure, y sepa que esa persona será la mujer que me acompañará el resto de mi vida.
- ¿Cómo si de un matrimonio tratase?
- Exacto. Yo no quiero cometer errores.
- ¿Qué clase de errores?
- Los que hicieron mis padres.
- Ah ––callé, yo tampoco los quería cometer.
- Ellos fracasaron y me tuvieron.
- Te han advertido mucho, ¿cierto?
- Si. Por eso tengo esa "promesa".
- No diré nada de lo que no ha pasado.
- Gracias ––miró a otro lado.
Había hecho bien, él no debía y yo tampoco.
No era tan diferente a mí...
"Bárbara, estúpida, no te vuelvas a perder".
Cada vez, era más complicado tener la mente abierta, Justin cada vez era más para mi. Sabía que se me estaba yendo demasiado lejos, pero no quería desaparecer, ahora no.
- ¿Cuál es tu sueño? ––Justin se echó bocaarriba sobre la hierva.
- ¿Mi sueño? ––no podía decirlo o lo perdería para siempre.
- Si, el mío siempre fue la música ––dejó de mirar al cielo para mirarme a mí.
- ¿Cantar no? ––pregunté con una sonrisa.
- No solo cantar, la música es más que cantar. Mi sueño es bailar, escuchar, cantar, sentir la música, hacer a los demás sentirlo... Mi sueño es notarla ––explicó.
- Yo de pequeña no conocí la música... ––repuse.
- ¿Por qué?
- Mi madre no soportaba aquello. La he conocido en el instituto, pero tampoco es que me fascinara mucho ––me encogí de hombros.
- ¿Odias a tu padre? 
- No tengo nada por que odiarle, no le guardo rencor...
- ¿Entonces?
- Yo no siento nada por él, solo sé que es mi padre y que hizo lo que hizo cuando paso.
- No hablas del todo, ¿por qué no confías en mi?
- Just, esto no te incumbe.
- Si, si que me incumbe.
- ¿Por qué?, ¿por qué crees que te debo contar todo?, ¿acaso crees que lo eres todo para mí?, ¿qué te hace pensar que debo contarte toda mi vida Justin?
- Ya te lo dije, quiero saber lo que tú sabes.
- Pues yo no quiero contarte.
- Yo... 
- Llévame a casa Justin.
- ¿Por qué?
- Quiero que me lleves a casa, ahora.
Just me miró y se levantó enfadado, le seguí.
Pasamos por el arroyo y subimos la cuesta que antes había sido una bajada.
Tenía que enfadarlo si quería seguir en el juego. No podía volver a fallar.
Subimos al coche, y tras una hora de carretera visualicé la mansión de los Villegas.
Just aparcó y salió, yo suspiré y salí del coche. Caminé detrás de él, estaba tan molesto que ni se dignó a mirarme cuándo Allison, otra criada, abrió la puerta.
Entré a casa, Justin se dirigía para el salón.
- Justin ––le llamé precavidamente. Se dio la vuelta y me contempló en silencio.
- Es para hoy ––dijo enfadado.
- Lo siento ––su mirada se volvió confusa.
- ¿Por qué? ––preguntó.
- Por no saber contarte las cosas.
- No lo sientas, sé como eres... Y pienso ganarlo todo.
- Tendrás que saber jugar mejor a mi juego ––le guiñé un ojo.
- Creo que sé como jugar sin perderme. 
- Gracias. 
- ¿Por qué me las das?
- Por estar todavía.
- No podría irme sin ti.
- ¡Goorda! ––Jasmine apareció sonriendo. ¿Me había llamado gorda?
- Hola Jas ––Justin ni siquiera la buscó con la mirada.
- ¿Cómo estáis? -- Preguntó Jasmine con una sonrisa colocándose a un lado de Justin.
- Bien, ¿y tú Jasmine? ––giré el rostro para observarla, le dediqué una fugar sonrisa pero no dejé de mirar de reojo a Justin que resoplaba. 
- Te he echado mucho de menos hermanita ––dijo haciendo una mueca.
- Yo también Jas. 
- Bueno Just, nos vemos esta noche en la casa de Ryan. Vamos  a hacer una de pelis.
- Ah, bueno pues nos veremos esta noche. Adiós Jas, adiós Bárbara ––Just salió, no se quedó ni media hora siquiera.
Me dirigí a las escaleras.
- ¿Qué te vas a poner hermanita? ––me preguntó Jasmine amablemente.
- Cualquier cosa, el armario es amplio y tengo una hermana muy equilibrada ––respondí, me giré. Jasmine no estaba sola.

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