miércoles, 17 de noviembre de 2010

Catorce.

Como bien había dicho Max, en diez minutos llegamos, al salir comprobé que en aquel lugar no había que esperar colas, era cómo a los que yo solía asistir cuando vivía en Dallas con mi madre, antes de dejar el instituto completamente.
- ¿Seguro qué quieres arriesgarte a un pique conmigo? ––preguntó Bieber, le miré y me mordí el labio, el sonrió.
- Ya estás vencido Bieber ––respondí adelantando el paso, él me cogió de la mano y me estiró para atrás, se mordió el labio y me pegó a él. Mi cara chocó con su torso, me superaba en altura.
- Eres demasiado tentadora pequeña ––susurró en mi oído.
- Me gusta confundir a la gente. ¿A ti no? ––me volví a hacer de rogar y salí de su abrazo, aún sentía su respiración en mi oreja, el cuerpo me vibraba.
Entramos al local. Chaz y Ryan no tardaron en ir a la barra y pedir de beber.
Yo me acerqué a una mesa y me senté, trajeron algunas bebidas alcohólicas pero lo único que quería era una coca~cola.
Mientras me la bebía no paré de mirar a Bieber, era fácil engatusador y confundirlo, ya había aprendido a cómo no deshacer su mirada. Puede que los demás me miraran esa vez al igual que en la limusina, pero volví a olvidarme de todo, solo quedaba él y yo, yo y él. Y aquello cada vez me gustaba más.
- ¿Vamos a jugar o qué? ––preguntó en voz alta Alice, Justin y yo dejamos de mirarnos para mirarla a ella.
- Claro ––respondió Justin levantándose, todos lo hicieron detrás de él menos yo. Me gusta marcar mi propio ritmo por lo que me quedé sentada mirándolos marchar a una mesa de billar.
- ¿No vienes? ––me preguntó Christian.
- Ahora, si eso... Es que quiero ver a lo que me enfrento, que es póquita cosa, pero bueno... ––respondí, todos volvieron a reír.
- Si, si... Mírarla, es una rajada. Allí esta sentada, temblando de miedo... Has perdido pequeña ––dijo Justin, volvieron a abuchear.
- Uno a uno ––Cait marcó un tanto por Justin.
No se me ocurrió nada, tuve que levantarme y acercarme a la mesa. Me coloqué al lado de Bieber.
- No creo ser tan rajada cuándo estoy aquí ––repuse haciendo una mueca.
- Después de quedarte sin nada que decir, ¿cierto? ––se hizo el interesante conmigo.
- ¿Qué me darás cuando gané? ––ignoré aquel comentario.
- ¿Qué me vas a dar tú cuándo pierdas? ––intentó corrérgirme.
- Ve haciéndote a la idea de que vas a perder, yo nunca lo hago ––respondí.
- Siempre hay una primera vez ––repuso.
- Que pena que para esto no lo haya ––concluí.
- Si ganas tú en mi próximo concierto llevaré los pelos tintados de verde, y si gano yo... ¿Qué le puedo pedir Chaz? 
- Si gana Justin le darás un beso. Bieber tiene que practicar o se quedará atrás ––respondió, todos reímos.
- Trato hecho ––si, cómo todas imaginareís, me dejé vencer, pero haciéndome la dura.
Bieber estrechó mi mano y se colocó.


- Me debes un beso ––dijo Bieber entre risas después de que yo hubiera salido huyendo del local, había un parque en mal estado a dos metros de la estancia.
- Vale, vale ––repuse me acerqué a él que reía cansado después de haber corrido detrás de mí, algo que también hacía muy bien eran los deportes; corriendo siempre había sido la más rápida de mis clases en el instituto.
Volví a hacerme la tonta y le dí un beso en la mejilla.
- Ahí lo tienes ––Bieber me estrechó con fuerza.
- Si no me lo das tú, te lo doy yo ––buscó mi boca y la consiguió, en el mismo momento en el que sentí su respiración dejé de hacer fuerza y me entregué con fuerza a su beso.
Aseguro que aquel beso siempre habrá sido el mejor, el primero, el que nunca olvidaré.
Su mano bajo de mis brazos a mi cintura y la dejó allí mientras mantenía la otra enredándola en mi pelo, subí los brazos y los entorné en su cuello.
Su lengua le hacía cosquillas a la mía.

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