domingo, 31 de octubre de 2010

Diez.

Los sueños suelen ser diferentes para cada persona: mi sueño era ser famosa y conocida. Quizás si hubiera seguido mi vida sin hacerle caso a mi madre como muchas otras niñas de mi edad hacían no hubiera tenido tanto rencor en mi interior hacía las personas que lo tenían todo, aquellas personas que después se quejaban "por la falta de intimidad". Mi madre me educó manipuladora, pensativa, lista. Mi vida tenía un fin desde que empecé a tenerla, mi vida estaba hecha por puro interés. Yo nunca me había enterado de nada.
Aquella noche soñé con Bieber, fue la primera vez que veía a un ser tan claro en mi subcociente.
- Bárbara, Bárbara 
––mi cuerpo era movido con violencia. Abrí los ojos y miré enfadada a Jasmine, tendría que decirle pronto que si seguía despertándome así, terminaría muy mal.

- ¿Qué? ––le pregunté irritada, Jasmine jugueteaba con un mechón tranquilamente.
- Arréglate en quince minutos llega Kim ––respondió alzando los ojos para mirarme y sonrió.
- ¿Y? ––intenté relajarme.
- ¿Cómo qué y? Es nuestra profesor particular ––parecía molesta.
- Será tu profesora, a mi hace mucho que no me dan clases hermanita ––repliqué.
- Oh no, no. Aquí ambas vamos a clases ––dijo ella levantándome la voz. ¿Me acababa de desafiar?
Me avalancé a ella y le sujeté la cabeza, enredé mis dedos entre sus pelos y comencé a revolverla. Venía de un barrio dónde peleaba a menudo con las niñas, venía de un barrio salvaje. A la mínima allí había pelea, aquí también las habría si ella no aprendía que conmigo no se jugaba.
Jasmine sabía protegerse de mis golpes, pero la mayoría les daba. Gritaba con fiereza.
- ¿Qué está pasando aquí? 
––Amelia, una sirvienta, abrió la puerta de mi habitación. Me giré para verla, ya venía para separarnos por lo que hice lo que haría si estuviera en un colegio; comencé a llorar haciendo un poco de teatro. Jasmine también comenzó a llorar.

Amelia sujetó a Jasmine y la retiró, ella tenía la mirada fija en mi por lo que le sonreí y ella escupió; aquello era su perdida.
- Jasmin 
––dijo bastante molesta Amelia, la estaba regañando.

- Ella empezó ––repuso Jasmine irritada.
- Yo.. yo.. ––comencé a "llorar".
- Oh, mira Jasmine... Tienes que entender a tu hermana, ella esta pasando una situación bastante desagradable, y tú ahora eres su familia."Ya quisiera ella ser mi familia de verdad". 

- Pero es que ella ha sido la qué...––empezó a protestar de nuevo, Amelia la cortó.
- Más vale que le pidas perdón a tu hermana ahora mismo o se lo comentaré a tu madre. ––sentenció Amelia.
Jasmine cerró las manos en un puño y luego las abrió.
Se acercó a mi y puso su mano en mi hombro.
- Perdóname hermana 
––dijo con voz indiferente, me fijé en sus rasgos, tenía el ojo izquierdo hinchado. Me había pasado.

- Perdonada hermana ––repuse y le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa.
- Así está mejor. Bárbara vístete ––Amelia salió de mi habitación, Jasmine iba a salir también.
- Eh, Jas... ¿Puedes avisar a Austin de qué deseo hablar con él ahora? ––le grité cuando estaba con el pie casi afuera de la habitación. Se giró y me contempló.
- Por supuesto Bárbara ––respondió, cerró la puerta y me quedé sola.
Me quedé sentada en la cama arropada hasta que llamaron a la puerta.

sábado, 30 de octubre de 2010

Nueve.

Mi padre se marchó a su habitación, me senté en las escaleras y esperé pacientemente a que Bieber bajará.
Repasé mis ideas, visualizando mi futuro.
Tenía dos opciones; ir a por uno de los amigos de Bieber, que tenían medio fama o ir por todo lo alto, ir a por el mismísimo Justin Bieber, todo lo vería más claro en unos días.
Escuché como bajaba, era silencioso.
- ¿Qué?, ¿no te vas a dormir? 
––preguntó cuando estuvo en el escalón de arriba del cual yo me encontraba sentada.

- Preferiría que diéramos una vuelta, ¿te parece? ––respondí. Me levanté y le miré a los ojos, bajo la luz de la entrada parecía más pequeño.
- Si, estará bastante bien volver a las tantas a casa ––repuso sarcástico, sonrió sacándome la lengua.
- Será bastante divertido, te lo aseguro ––bastó una sonrisa traviesa para convencerlo.
- Vayamos ––no hacía falta que le siguiera insistiendo.
Caminé delante de él, abrí la puerta y salí. Bieber me alcanzó, caminamos en paralelo hasta el jardín trasero.
- ¿Nos sentamos? 
––le pregunté, estaba bastante cansada y posiblemente él lo hubiera notado hacía ya tiempo.

- ¿En aquel banco? ––señaló un banco de piedra que había cerca de la reja que separaba "mi casa" de la vecina.
- En el césped mejor ––me dirigí donde había visto anteriormente con Jasmine que tenía más cantidad y me senté. Justin Bieber segundos después se sentó a mi lado, dejando gran espacio entre su cuerpo y el mío.
Miré al cielo, la luna estaba llena y las estrellas brillaban con fuerza.
- ¿Y de qué te apetece hablar? 
––preguntó Bieber, interrumpiendo mi mente en blanco. Vaya, ya no mostraba interés. Pensé con que asaltarle pero no hubo nada que podría haberle llamado la atención en aquel momento.

- No sé, ¿cómo te hiciste famoso? ––ladeé la cabeza y le dediqué una sonrisa mientras le miraba de reojo, sin prestarle toda mi atención.
- ¿Sabes cómo se hizo famosa tu hermana? ––preguntó él.
- Saliendo en tu videoclip, el de baby.
- No, ella ya era conocida por entonces. Jasmine subía videos suyos cantando, mi madre desde que yo tenía once años los subía, me hacía cantar por toda la casa grabándome. Era divertido porque mis videos eran vistos por todo el mundo, a la gente le gustaba mi voz y pedían que siguiera cantando, incluso me inscribí a un concurso. Llamaban a mi madre, a mi colegio... querían meterme en el mundo de la música y Scott lo consiguió, me llevó a Atlanta y tras unos mese trabajando, se interesaron varios artistas por mi, conseguí una entrevista con Usher y le gusté, después de aquello mi vida cambió, dejé para siempre el instituto, mi hogar, me alejé de todo y comencé con mi carrera.
- ¿Mi hermana siguió tu ejemplo?
- Muchas personas lo hacen, algunas consiguen su propósito como tu hermana y otras se quedan en el intento.
- Interesante.
- ¿El qué?
- Tu punto de vista acerca de todo... Creí que era cuestión de suerte.
- También interviene la suerte, todo termina relacionándose.
- ¿Qué más puede servir para querer ser conocido por el mundo?
- Lo que quieras del mundo, yo quería cantar, no pedía nada más. Ser famoso aveces resulta agobiante.
- No le veo el agobio el que todos quieran ser tú, la verdad.
- Falta de intimidad.
- Dinero.
- Interesados.
- El deseo de el sexo opuesto.
- Falta de verdad.
- Te aseguro que hay cosas más buenas que malas en tu vida.
- Posiblemente sea así, pero las cosas malas que hay son suficientes para rendirse. Yo amo mi sueño, por eso sigo aquí a pesar de todo.
- Aunque caigas te seguirás levantando.
- Supongo.
- ¿Y tus falsos amigos... siguen cerca de ti?
- No, ya no admito a gente así en mi vida. Mi madre suele decirme que tengo un concepto muy aplicado sobre las personas, dice que me alejó de todo el que tiene el corazón impuro. Yo la creo.
- ¿Yo soy impura?
Se acercó más a mi y tomó una de mis manos entre las suyas.
- Tienes la alma más hermosa que hay por el alrededor.
- ¿Quitando la tuya?.
- La mía va justo detrás de la tuya.
- Te equivocas entonces.
- Te aseguro que no miento.
- Demos por finalizada la discusión, deseo irme a dormir 
––aparté mi mano con suavidad y me levanté, Bieber se incorporó en medio segundo.

- La acompañaré hasta su hogar pequeña dama ––se puso caballeroso.
- Oh, si por favor no vaya a ser que alguien quiera raptarme ––bromeé.
- Yo la raptaría.
- Yo me escaparía.
- No esté tan segura de ello 
––se abalanzó hasta mi, me tornó en su cuerpo y me tiró al suelo, no amortigüo la caída, sentí el golpe en la espalda.

- Auch ––me quejé, se quitó de inmediato, aunque no servía de nada, sentía el peso de su cuerpo en el mio.
- Se equivocó ––dijo tendiéndome una mano, la cogí y dos segundos después le tiré de ella, cayó al suelo. Me levanté y salí corriendo aunque él me logró alcanzar.
Sus brazos estaban entorno a mi cintura, noté como su corazón latía con fuerza, el mío ya estaba en descontrol.
- ¿Empaté? 
––pregunté, respiré hondo intentando alcanzar una respiración tranquila.

- Por ahora ––respondió.
Bieber me acompañó hasta la puerta de la entrada y se marchó, entré silenciosamente y me acosté en la cama. No recordaba ni el vestido, ni el peinado. Solo me acordé de quitarme los tacones y taparme.
Mientras cerraba los ojos y empezaba a quedarme dormida supe una cosa; Justin Bieber era definitivamente mi nuevo candidato para ser el proyecto de mi vida.

viernes, 29 de octubre de 2010

Ocho.

Chaz se quedó profundamente dormido sobre mis piernas, le acaricié el pelo mientras roncaba suavemente; Jasmine también se quedó dormida al poco tiempo, Justin y Christian hablaban entre ellos por lo que dejé de estar pendiente de mi alrededor.
Comencé a meterme en mi mundo, y empecé a preguntarme todo, y a la vez.
¿Cuántas chicas habría en este mundo que quisieran estar en mi posición? Yo estaba dentro de una limusina, con famosos, con chicos guapos.... Y aún así no estaba disfrutando para nada. ¿El por qué? No lo sabía, supongo que estaba tan pendiente de que no tardaría en acabar que no podía estar  aprovechando al máximo el presente. Si me acostumbraba a aquello, terminaría dolida al separarme e irme a mi verdadero lugar, a mi verdadera casa, volviendo a Dallas con mi madre, para volver a trabajar y ganarme un sueldillo con el que mantenernos.
- Bueno aquí nos bajamos nosotros Bárbara 
––anunció Christian, levanté la mirada, por un momento creí verle sonrojar, pero estoy segura de que fue mi imaginación.

- Chaz, Chaz ––le llamé, emitió un suspiro–– Chaz, tienes que irte ––insistí, Chaz abrió los ojos, y sin despejarse del todo salió del auto en hombros de Christian.
Bajé de la limusina para despedirles, Justin todavía estaba dentro.
- Adiós, espero veros pronto 
––les dije a Christian y a Chaz.

- Nosotros también, Bárbara ––repuso Christian, esperé a que entraran en la gran mansión donde habíamos parado y después volví a entrar a la limusina. Justin estaba sentado al lado de donde Jasmine dormía.
- Bueno, ¿y a dónde tienes que ir? ––le pregunté cerrando la puerta, me senté al otro extremo del coche.
- ¿Yo? ––preguntó confuso, asentí–– os acompañaré hasta casa, no creo que a Austin le haga mucha gracia encontrarse con Jasmine en este estado... Tendremos suerte si podemos esquivas a Jessi ––comentó. Debería de habérselo agradecido, pero ya estaba agotada, por lo que solo le sonreí.
El silencio nos rodeó, no era un silencio insoportable, era un silencio encantador, lleno de paz y ¿ternura?.
- ¿Y esa casa tan grande es tuya? 
––le pregunté.

- Es de Ryan, él no estaba y bueno, nos la ha prestado durante unos días ––respondió.
- Ah ––añadí, ¿qué más iba a decirle?
- ¿Por cuánto tiempo te quedarás? ––preguntó esta vez él.
- No sé, puede que unos meses o quizás un año... Depende de que pasé en el juicio.
- ¿Y... tú tienes algo? ––preguntó.,¿algo?
- ¿Qué?
- Si tienes algo.. ya sabes, un novio, o algo así 
––respondió entre risas. Vaya, estaba interesado, un punto positivo.

- Ah, novio... no. No tengo nada de nada ––le sonreí. "No te muestres tan agradecida por que vaya tras tuya".
- Eso es muy raro, eres bastante atractiva ––repuso él. Se estaba metiendo en territorio.
- No es raro, es que aún no encontré a alguien que me interese de verdad. ¿Y tú, tienes algo?
- No, al igual que tú no ha habido nadie que me interesase, hasta ahora ––volvió a sonreírme.
- Ajá... ¿Y tu amigo Ryan, dónde está? ––tenía que estudiarlo todo con calma.
- Él vendrá, pero dentro de unos días con Caitilin, la hermana de Christian, hemos conseguido salvarnos de ella pero Ryan ha tenido que quedarse 
––rió con fuerza, parecía estar contando algo divertido que yo aún no entendía, enseguida me lo explicó–– Cait es muy mimosa con su hermano, ama a su hermano. Donde esté Christian estará Caitilin. Suele ser divertido, pero uno desea tener tiempo de chicos, ya sabes... Ryan ha sido como una salvación, tenía un examen en los días siguientes y convenció a Cait para que se quedará a ayudarlo.

Mientras hablaba se reía, se mordía el labio, se peinaba. Atendí a cada movimiento, era tentador verle.
Sus ojos y los míos volvieron a chocar, me sonrojé pero no quité la mirada. Sus ojos brillaban, haciéndolos de un color caramelo delicioso, hubiera deseado comérmelos.
- Ya hemos llegado 
––el choffer habló, ambos miramos a Jasmine.

- Yo la llevaré en brazos ––dijo Justin avalanzándose a recogerla. Habría jurado que no podía con ella, pero parecía ser una pluma entre sus brazos, Bieber la movía con facilidad.
- Sígueme ––dije saliendo de la limusina, abrí la puerta de la casa. Austin esperaba en la recepción.
- ¿Y Jasmine, Bárbara? ––preguntó, dos segundos después Justin apareció con la interpelada entre sus brazos.
- Hola sr.Swaith, subo a su hija en un momento ––Bieber subió las escaleras, dejé de prestarle atención.
- ¿Qué ha sucedido? ––preguntó mi padre.
- Jasmine se lo pasó muy bien, yo también, pero ella está más agotada que yo ––respondí y puse los ojos en blanco.
- ¿Te lo pasaste bien? ––dudó.
- ¡Oh si papá! Ha sido genial, he conocido a mucha gente nueva, ha sido muy divertido ––le mostré la mejor de mi sonrisas, siempre me funcionaba con mamá, y ella sabía que era trampa.
- Ah, entonces estupendo. Puedes marcharte a descansar Bárbara ––mi padre había caído en la trampa, pero tenía algo más entre manos.
- Papá, prefiero acompañar a Bieber un rato. Claro si a ti te parece bien ––le propuse, bajé la mirada y la volví a subir. Austin sonreía como bobo, la idea le había gustado.

Siete.

Todos hablaban entre sí y yo no podía quitar los ojos de Justin Bieber. ¿Pero qué hacía?, ¿no me había enterado ya de que él sobraba, qué tenía que ir a por algo más pequeño, más fácil?... ¿Pero si sobra mejor no?...
- ¿Te importa si me siento a tu lado? ––sus labios se movían de una forma sexy, la forma más sensual que había visto en mi vida de mover unos labios, un escalofrío recorrió mi espalda.
- No, claro que no. Siéntate ––le respondí con una sonrisa de boba, puse los ojos en blanco al ver que el reía.

Me mantuve en silencio sin mirarle, pero algo dentro de mi gritaba, pidiéndome que lo observará. No debía, no podía... pero no pude contenerme más, giré la cabeza y le miré. Él también me miraba y sonrió.
- Jasmine me contó que su padrastro es tu padre, ¿dónde está tu madre? ––preguntó queriendo darme un tema de conversación, tragué saliva.

- Esta en la cárcel... La intentaron atracar y ella se defendió... ––repuse encogiéndome de hombros.
- Perdona ––dijo él inmediatamente.
- Eh, no pasa nada ––su mirada volvió a chocarse con la mía, me sonrojé.
- Tienes unos ojos preciosos ––murmuró poniendo los suyos en blanco.
- Gracias, los tuyos también son bonitos ––me toqué un tirabuzón y lo desenrosque y enrosque un par de veces. Así me había enseñado mi madre a coquetear, estaba haciéndolo sin pensar, realmente quería tocarme el pelo.
La entrega de premios empezó en sí; muchos de los famosos que acababa de descubrir que existían gracias a Jasmine eran llamados para recoger premios, Jasmine subió una sola vez, en cambio Bieber fue llamado muchas más de las que pude ser capaz de recordar. Básicamente, cada vez que subía, me quedaba embobada mirándolo caminar, hablar, reír... Cada movimiento lo atrapaba mis ojos y me hacía perder momentaneamente la razón.
Salimos y me monté en la limusina que nos había traído a mi y a Jasmine, pero ella se retrasó recogiendo algo.
Al aburrirme saqué el móvil del bolsito plateado y me puse a toquetearlo, encontré la agenda y por mirar lo abrí; tenía más de 150 contactos, y Justin Bieber no faltaba, aunque tenía cuatro números distintos guardados. Jasmine también me había apuntando mi número propio y el número de casa, con el de papá, mi madrastra a la que le había puesto "mamá", y su número.
La puerta se abrió y Jasmine entró, tres segundos después, Christian asomaba la cabeza y entrababa, le siguieron Chaz y Bieber.
- ¡Holaaa Bárbara! ––gritó Chaz riendo, Christian me guiñó un ojo.
- Hey Chaz ––dije "sonriendo".
Jasmine le dio al timbre, la ventanilla que nos separaba del chóffer bajó y él miró a Jasmine esperando órdenes.
- A la setenta y nueve con... ¿Justin? ––le llamó Jasmine mientras intentaba recordar la dirección correcta.
- Con la cuarta de Jeppest ––concluyó Bieber.
- Oye, ¿y tú eres de...? ––me preguntó Christian.
- Dallas ––respondí, empezaba el interrogatorio.
- Joder, anda que te lo pasarías bien... Allí nunca pasa nada interesante ––murmuró Chaz riendo, creo que había bebido lo suficiente para no recordar las mayorías de las palabras que había dicho al día siguiente.
- Algo tranquilo ––repuso Christian siendo amable.
- Si, bueno la verdad es que no bajaba mucho. Tenía que trabajar y eso... ––expliqué a Christian, Chaz siguió riendo.
- ¿Trabajar? Si sólo tendrás unos dieciséis años recién cumplidos... ––Justin Bieber se unió a nuestra conversación.
- Dejé el instituto a los quince, no se me daban bien y prefería ayudar a mantener la casa ––me volví a encoger de hombros, Jasmine se sentó al lado de Chaz y comenzaron a hablar de tonterías.
- ¿Y de qué trabajabas? ––Christian me miró seriamente, creo que pensó lo peor.
- He trabajo en bares, limpiando casas... pero cuando vine cuidaba a una  niña china... Era divertido tratarla ––respondí rápidamente.
- ¿Cuánto te pagaban? ––reguntó Justin Bieber.
- No sé, dependía de las horas que echará y demás... No era mucho pero si lo suficiente.
- ¡Mirad lo que hace Chaz! ––nos interrumpió Jasmine, los tres nos volvimos para mirarlos, Chaz hacía el pino. Si, sólo estaba haciendo el pino y Jasmine riéndose. No creo que hubiera cosa más patética que ellos borrachos o "con el puntito".
- Genial Chaz, te superas cada día más con tus idioteces, más te vale que pares o potarás aquí en medio ––Christian se levantó, noté como Bieber se acercaba más a mi, el corazón alcanzó los latidos a la carrera de un caballo.
- ¿Y echas de menos a tu madre? ––preguntó en un susurro, me giré y de dí de frente su cara estaba a siete centímetros de la mía.
- ¿Tú no la echarías? ––le pregunté como respuesta, era bastante obvio que sin mi madre todo me costaba más.
- Yo siempre que no está conmigo la extraño... Te comprendo algo mejor, yo vivo en un mundo en el que mi madre no puede estar acompañándome a cualquier rincón; aunque yo siempre seré su hijo pequeño ––intentó suavizar la conversación, él tampoco había bebido, y Christian seguía intentando convencer a Jasmine que debería de volver ya a casa. Le sonreí.
- Yo sólo espero que vuelva pronto ––dije honestamente.
- Ya verás como el tiempo pasará más rápido, y cuándo menos te lo esperes, estará de vuelta en casa.
- Si, quizás ––concluí, ignoré las voces de mi cabeza y volví a mirar para dónde ahora Jasmine y Christian discutían, Chaz estaba enortado.
- Jasmine, yo estoy muy cansada ––ayudé a Chris, me levanté de al lado de Justin Bieber y me senté a su lado.
- Pero si es muy pronto ––se quejó ella.
- Pero papá mañana no nos dejará salir si no volvemos ya, y todavía tienes que enseñarme mucho de este sitio ––seguí insistiendo poniendo los ojos en blanco, si Jasmine hubiera estado bien me hubiera dicho "no flipes, papá me daría todo lo que le pidiera", y llevaría razón, aunque sólo resopló.
Me levanté otra vez y llamé al porterillo, el conductor bajó la ventanilla de nuevo y me observó.
- ¿Podrías llevarnos después a casa? ––pregunté.
- Claro señorita, enseguida llegaremos ––respondió, la ventanilla volvió a subirse. Me senté en un rincón, Chaz medio adormilado se acercó a mi y echó su cabeza sobre mis piernas.
Emití un grito sordo, no me esperaba que se fuera a echar allí.

Seis.

Mientras Jasmine me tocaba el pelo yo me quejaba, no sabía que quería hacerme y aquello me resultaba fatigante. A mi me habían enseñado mucho, es cierto, pero mi madre no me enseñó que tendría que aguantar que manosearan mi pelo continuamente.
- Perfecta ––dijo al fin Jasmine, no me lo podía creer, ¿de verdad ya había terminado? Me alegré tanto de que fuera verdad que una sonrisa apareció por mi rostro. Llevaba una semana seria, las risas no me salían con la misma proyección ahora que sabía que ella no estaba para ayudarme, que me quedaba un largo camino por recorrer antes de volver a verla.
- Genial ––canturreé levantándome del sillón. Salí precipitadamente a la puerta, si algo quería hacer era ir a esa entrega de premios, estaba deseando ver a los famosos, codearme con gente de mundo, que sabían y que tenían que ser interesantes.
- Espera, espera ––me detuvo Jasmine, me giré para hacerle frente–– Ven, mírate ––susurró tendiéndome su mano.
Dudé varios segundos al lado de la puerta, pero una sonrisa bastó para que me acercará a ella, me tapó los ojos cuando estuve a su lado y me giró.
- Una, dos...
- Tres ––terminé de contar, apartó las manos de mis ojos. Miré el reflejo del espejo, no podía reconocerme...

¿Dónde estaba yo?, la chica simple que yo siempre había sido.
- ¿Qué es esto? ––pregunté decepcionada conmigo misma, ¿podía una persona cambiar tan deprisa?, ¿sólo porque tuviera dinero? "No, no. Bárbara tú eres tú, esto no te puede cambiar, esto un día acabará".

- ¿No te gusta el peinado? ––preguntó Jasmine bajando la mirada.
- No, me encanta Jasmine, gracias de verdad ––respondí. Era cierto, los tirabuzones que caían eran hermosos, pero yo no me reconocía, aún así era yo misma, estaba claro.
- Pues bajemos ––musitó alegremente, me cogió de la mano y me arrastró hasta una limusina blanca, el chóffer arrancó.
El camino lo pasé en silencio, pero mi interior no estaba callado. Combatía con la razón y otra voz, la de mi corazón, una voz con la que nunca había tenido que discutir nunca antes.
Sabía que tenía que ir a por Justin Bieber, tenía que conseguirlo, mi mente decía "tiene poder, es conocido, no tiene nada de malo"; mi corazón le seguía "tiene una voz dulce, sus ojos brillan, es hermoso"; pero también pensé en Jasmine, ella era mi hermana, ella iba tras él, pero él no iba tras ella... ¿Sería yo la que los separé del todo, la tendría que echar, la quitaría de en medio?
El auto paró y bajamos, nada más bajar el primer pie y mirar, miles de flashers me dejaron sin visión por segundos, segundos en los que tenía que andar a ciegas, segundos en los que no sabía nada.
Jasmine hablaba, pero no la escuchaba, su mano estrujó la mía con firmeza y dejé que ella me guiará.



- Mira, aquella es Beyoncé, ¿te suena? ––preguntó, llevábamos como media hora aprendiéndome los nombres de los famosos, aprendiendo quién había conseguido más premios, qué clase de canciones cantaban, quién era la pareja de quién, con quién debía y no debía de hablar, etc...
- No, la verdad es que no me suena ––respondí, la mayoría de las veces contestaba lo mismo.
- Hey, Bárbara, Jasmine... ¿cómo estáis? ––Chris apareció de la nada y se sentó en uno de los sillones continuos a los de Jasmine.
- ¡Chris! ––le saludó Jasmine con una sonrisa de oreja a oreja–– muy bien, mírala... ¿a qué está preciosa? ––preguntó ella, sabía que quería que me sonrojará por lo que simplemente lo hice.
Chris me miró detenidamente, me pareció ver una nota de interés en sus ojos, pero subió los ojos por encima de mis hombros.
- Chaz, ¿y Just? ––preguntó, me volví para ver al chico que acababa de llegar y estaba de pie tras de mi. Tenía el pelo como sus amigos, al estilo skeater creo que le decían, su pelo era castaño oscuro,  sus ojos marrones chocolate, sus labios eran carnosos, era más alto que los otros dos que había "conocido" la noche anterior. Sonreía sin apartar la vista de mi, Chris se aclaró la garganta y el chico reaccionó;
- Ahora viene, ha tenido problemillas con tu madre Chris, deberías llamarla más a menudo cuando viajamos ––explicó Chaz, Jasmine rió por lo bajo.
- Venga Chris, no me has dicho si está bonita o no ––volvió al mismo tema Jasmine, todos concentraron su mente en mi, les sonreí y miré al suelo "avergonzada". Si, era una treta.
- Esta muy bella... ––respondió Chris mirando a Chaz, los tres comenzaron a reír con fuerza.
- Gracias Chris ––le agradecí.
- ¿Sabes cómo me llamo? ––preguntó él perplejo.
- Claro, le estoy enseñando algo de la sociedad ––respondió interpretando un leve enfado Jasmine, todos volvieron a reír. Parecía que se reían de mi, pero yo sabía que no era así.
- Bueno, yo me llamo Chaz ––dijo el muchacho que seguía detrás de mi. Genial... podría haberle dicho simplemente "joder, creía que te llamabas Pepa", pero sólo le sonreí y repuse;
- Yo Bárbara.
Chaz se sentó a la izquierda de Christian y se pusieron a hablar entre ellos, Jasmine siguió hablándome de los cotilleos famosos que habían, y yo, le atendí lo mejor que pude; si quería hacerlo todo bien tenía que saber del mundo que me rodearía. Jasmine calló y desvió la mirada, me volví para mirar que podría haberla hecho callar tan brutalmente, Justin Bieber estaba tras de mi, su sonrisa podría haber hecho que cualquiera soltase burradas, pero lo único que hizo en mi fue que mi corazón palpitará alocado, sin frenos...
Su mirada volvió a centrarse en mis ojos, y yo volví a mantenerlos, una especie de conversación dramática comenzó a debatirse en mi interior. "Esto es mucho, busca algo más pequeño, algo que te dé de comer algún día", mi mente fue la última en hablar.
- Hola chicos ––saludó Bieber, Jasmine le sonrió.
- Hey Just ––casi gritaron Chaz y Chris al unísono, Jasmine río suavemente aunque sin ganas.
- Hola Bárbara ––me saludó, la cara se me descompuso. ¡Se sabía mi nombre!
- Hola ––saludé acalorada, mi pulso fue incrementando su velocidad rápidamente.

Cinco.

Levanté los ojos hasta encontrar al chico de esa voz. Era el mismo que había hablado conmigo antes, el que no se creía que fuera la hermana de Jasmine.
Nuestras miradas se intercambiaron durante, ¿minutos? No entendía cómo su voz podría haberme resultado tan diferente de antes, quizás era por el golpe que me había llevado. Todo empezó a dar vueltas a mi alrededor, pero antes de que volviera a caer y me diera en la cabeza una mano me la sujetó.
- Eh, tranquilos, nosotros la llevaremos a casa ––esa era la voz, si, si, esa voz...
Algunas personas hablan de que la vocesita que habla siempre en tu cabeza es la conciencia, yo digo que mi vocesita, la que empezó a sonar al escuchar el timbre de su voz por primera vez fue la de mi corazón, mi corazón que siempre estuvo dormido y perdido hasta que él apareció en mi vida, dándole a todo un nuevo punto de vista.
- ¿Estás mejor? ––me preguntó, su voz sonaba suave y hermosa, tenía frío pero estaba cómoda. Me habían trasladado de lugar y no me había dado cuenta en el trayecto.
Tuve miedo de abrir los ojos por lo que intenté respirar hondo, me dolió el pecho.
- No lo sé... ¿quién eres? ––respondí me llevé la mano al corazón, ¿asustada quizás? No había atendido a que era un desconocido.
- Soy un amigo de tu hermana, ella esta conduciendo ahora mismo, háblale Jas ––cada palabra que decía se guardaba en el cofre de mi corazón, cada entonación distinta me hacía vibrar.
- ¿Estás bien Bárbara? Perdona, no debí descuidarte ––la escuché, el viento le hacía chirriar de frío. Me dí cuenta de que estaba demasiado cómoda para estar en unos asientos de un auto alguien me tenía cogida.
Abrí los ojos lentamente y paseé mi mirada buscando a la persona que tenía que estar teniéndome entre sus brazos, sus ojos dorados chocaron con los míos, toda mi alma chilló. Me llevé la mano a la boca en acto reflejo, aunque no separé la vista de sus ojos. Él, al igual que yo, tampoco los apartó.
Él, él, él. Era él, el novio de mi hermanastra, era él el que me hacía estremecerme, intenté pensar pero no pude. Mi mente estaba bloqueada, muchas pensaran esta estaba loca, y puede que lo fuera, pero aseguro que yo lo comencé a amar en aquel mismo momento en el que se cruzó en mi camino.
- Justin, ¿qué le pasa? ––desvié los ojos y miré al chico rubio de antes, sus ojos se posaron en los míos e intenté sonreirle.
- Nada, solo que... es enigmática ––respondió, otra vez su voz me hizo sentirme como hechizada.
- ¿Enigmática? ––preguntó el chico rubio.
- ¿Has visto sus ojos Chris? Brillan, son hermosos y... te aseguro que transmiten ––explicó, ambos me miraron más detenidamente, Jasmine llamó la atención de los chicos tosiendo educadamente.
- ¿Creéis que papá se dará cuenta de que le ha pasado algo? ––preguntó.
- No, pero acuestála nada más llegar, esta muy pálida ––respondió Chris.
- No está pálida, ella es así ––repuso Justin Bieber, todos callaron.
Segundos después el pasaje paró, acabábamos de llegar.
- Subirla con sigilo ––susurró Jasmine, Justin fue quien me cogió, mi peso no le parecía bastante supuse ya que me llevaba bastante bien. Jasmine abrió la puerta y él me subió las escaleras, me dejó en mi cama y antes de irse me colocó un mechón de pelo suelto detrás de la oreja.
- ¡Bárbara, Bárbara! ––Jasmine empezó a moverme desde los brazos, mi cabeza volvió a dar vueltas, abrí los ojos repentinamente y la miré con brusquedad, nunca me había gustado que me levantaran de una forma tan brutal. Mi madre solía acariciarme la mejilla y susurrarme "levántate que te espera un nuevo día cielo". No creo que hubiera persona que no extrañe a una madre, yo desde luego la añoraba y sólo hacía días que no estaba a mi lado.
- ¿Qué? ––pregunté irritada.
- Hoy es el día, perdona por lo de ayer. Pero es que Justin llegó y quería ver si podía hablar con él...  ––parecía incómoda.
- ¿A qué te refieres? ––le pregunté estirándome, mi cuello crujió.
- A que... Bueno Just y yo no somos novios, pero los de marketing quieren una pareja y hacemos un poco de paripé... Sé que leíste en youtube algunas cosillas, pero no son ciertas, a mi.. bueno me gusta Just pero yo a él no le intereso, bueno ni yo ni ninguna, más de uno le diría extraviado, pero le comprendo, con lo de ser famoso no hay tiempo para el amor ––no entendí en aquel momento porque me decía a mi todo aquello, ya que acababa de levantarme, pero tiempo después descubrí que era la forma en la que Jasmine interpretó las miradas de Justin y yo aquella misma noche, Jasmine quería darme esperanzas, pero no lo intérprete de aquel modo exactamente.
- Justin es un buen partido ––comenté. Una parte de mi cabeza había asimilado datos; mi hermanastra y él no eran nada, él era famoso, tenía un gran futuro por delante, y yo, iba a formar parte de ese futuro. Como ya dije, soy muy planificadora, mi mente trabaja rápido, saca conclusiones a la deriva y suelen ser muy eficaces.
- ¿Qué? ––preguntó ella abstraída.
- ¿Me tengo que empezar a vestir ya? ––observé que Jasmine ya iba vestida y peinada, su traje era escotado, atado al cuello y de un color verde esperanza, su pelo iba en semi-recogido con algunos tirabuzones.
- Si, ya se nos hace tarde en cierto modo ––respondió, me ayudó a vestirme y empezó a peinarme.

Cuatro.

Aquello más que un centro comercial parecía una ciudad llena de tiendas, mirará por donde mirará, había tiendas sin final.
Jasmine muy amablemente por su parte, me llevó a todas y me fue aconsejando colores, complementos, cosas de las que nunca había oído hablar hasta aquel día.
Compramos bastante ropa, vamos, había más del triple del que me hubiera podido permitir con mi paga de un año entero.
Hubo bastantes trajes de fiestas, porque según ella su hermana tendría que acompañarla a todas, pero había un traje espectacular; era simple, de palabra de honor, largo y celeste, sus complementos eran plateados. Según ella ese me lo pondría mañana, la primera vez que saliera acompañándola como su hermana a través de los medios sociales.
Me dio instrucciones muy claras acerca delas preguntas que me hicieran; quedarme en silencio y sonreír, ella se encargaría del resto.
Imaginarse cómo me sentía yo, imaginarse que después de una vida llena de pobreza, de celos por otras niñas, de todo lo repugnante que era el no tener nada, te sacaran de la mierda y te pusieran como una princesa auténtica, todo lo que viera y me probara o simplemente tocará, Jasmine se encargaba de comprármelo, había pensado que como una famosa adolescente que era, sería bastante odiosa, pero llegué a la conclusión de que ella quería tenerme como hermana, como amiga, como compañera de su mágica vida.
Llegamos al banco de un parque de por allí, las tiendas se habían acabado por aquel día y un criado se había encargado de meter toda la ropa en una limusina que nos acompañaba por todas partes. Jasmine se sentó a mi lado y empezó a toquetear el móvil que me había comprado, la contemplé boqueabierta, el movimiento continúo de sus dedos no eran normal.
- Hoy vamos a una discoteca 
––anunció Jasmine.

- ¿Qué? ––pregunté sobresaltada. Las discotecas no me gustaban, solían haber alcohol, cerdos y drogas. Además no sabía bailar.
- Si, estoy invitada a una nueva inauguración y todos van a ir ––repuso con una magnífica sonrisa, a mi que me habían enseñado el interior de las personas pude comprobar, que ella también la habían enseñado de la misma manera, pero ella ahora estaba en su territorio y yo no, por tanto consiguió su propósito.
- Claro ––musité bajando la vista al suelo.
- Genial, te va a encantar todo esto Bárbara ––agarró mi brazo y estiró de él sin esfuerzos, haciéndome levantar del banco donde habíamos parado a descansar. Comenzó a caminar rumbo a la limusina y a mi no me quedó otra que seguírla preocupada. En una discoteca se suele bailar, ¿si nunca había bailado cómo se suponía que me iba a divertir todo aquello?.
Después de llegar Jasmine me mandó a ducharme mientras ella escogía nuestras ropas, salí asustada con dos toallas cubriéndome, una el cuerpo y otra el pelo.
Ella ya estaba arreglada, y muy bonita; se había planchado el pelo, sus ojos tenían una sombra plateada, llevaba unos pantalones pitillos negros y una camiseta plateada, sus tacones eran finos plateados también y llevaba un par de pulseras.
- Quítate la toalla de la cabeza, tenemos que ver como es tu pelo 
––dijo con una sonrisa de oreja a oreja, podría haberle contestado que tan liso cómo una lija, a mi pelo poco se le podía hacer, pero tan aterrada que estaba con la idea de la discoteca me quité la toalla y miré al suelo.–– Eh, que no te voy a comer ––dijo entre risitas, levanté los ojos del suelo y le sonreí lo mejor que pude–– es muy liso y se nos está haciendo tarde, con una horquilla que te dejé ese largo flequillo semi-recogido quedarás estupenda.

Asentí con la cabeza y miré a mi cama, unos pantalones plateados y un chaleco negro de palabra de honor yacían sobre ella.
Pensé en que aquello era lo que me pondría y no me equivoqué, mientras Jasmine me secaba el pelo yo me abrochaba los botones.
Me pintó los ojos también de color plateado y mis tacones cambiaron de color a los suyos siendo negros, mi hermana quería que fuéramos iguales.
Esta vez no hubo limusina que nos llevará, Jasmine cogió su propio coche, un Audi descapotable azul y me llevó hasta la discoteca.
Había dos hombres corpulentos vestidos de negro en la puerta... unos seguratas. Jasmine solo tuvo que enseñarles un papelito para que nos dejarán pasar.
Al principio me quedé paralizada, horrorizada, pero Jasmine me llevó a rastras hasta el centro de todo aquel desmadre.
No había alcohol, o no lo vi, pero sí que supe que no habían drogas por allí. Aquello me tranquilizó, pero no me atreví a bailar y tras media hora de presentaciones de personas que eran famosas y de las que nunca había oído hablar me alejé hasta un sillón de color canela que había por los laterales.
Un chico rubio bastante más bajo que yo se acercó y se sentó a mi lado, si hubiera estado en Dallas le hubiera gritado miles de groserías, pero estaba en New York y ahora tenía que aprender modales.
- Eh, ¿creo que nos conocemos verdad? 
––le escuché decir, me giré para verle la cara, nunca le había visto por tanto solo había una respuesta clara;

- No creo, soy de Dallas ––repuse intentando sonreír, estaba perturbada y mareada con la música a todo volumen.
- Ah, yo en realidad soy de Ontario, de un pueblesito, pero vengo con Justin y Chaz ––al parecer tendrían que haberme sonado sus nombres, pero yo no los conocía.
- Yo soy la hermana de Jasmine Villegas ––añadí dándome más importancia, si él era famoso yo también lo sería pronto.
- Jasmine es hija única ––dijo enfadado, me había tomado por una mentirosa.
- Ve y preguntale si tiene o no una hermana que se llama Bárbara ––correspondí su enfado. Ambos intercambiamos una mirada intensa, sus ojos verdes brillaron y sonrió con picardia, acababa de aceptar el duelo.
- Espera aquí ––se levantó del sofá, me dedicó un guiño y se largó mirando por todos lados.
Una chica que mi hermana acababa de presentarme se acercó hasta mi.
- Eh, baila conmigo Bárbara 
––me propuso alegremente, no recordaba su nombre.

- No gracias ––negué con una sonrisa.
- No me dejes sola, mírame, no te dices por dentro; pobresita Mery, que no hay nadie que la quiera ––antes de que pudiera volver a negarme me agarró del brazo e hizo que me pusiera de pie, agarró mis manos y comenzó a bailar.
La miré intentando no ser grosera y copiando sus movimientos acabé bailando junto a ella.
Tras un buen rato bailando canción tras canción Alice se alejó de mí agotada, y yo seguí bailando sola.
La pista de baile estaba casi vacía, la gente acababa agotada. Llevaba horas sin saber de mi hermana, aún asín disfruté de todo y seguí a mi bola. Nunca me había sentido tan libre en mi vida, no tenía que ser responsable de mis actos por una vez en mi vida; dí una vuelta y choqué con algo, que me hizo caer al suelo, cuando levanté la cabeza sentí cómo no podía pensar con claridad y se me nublaban algunos sentidos.
- ¿Estás bien? 
––escuché entre todo el jaleo, seguía tumbada y no me había atrevido a abrir los ojos hasta aquel momento. Pero esa voz había sido tan eficaz como un hechizo, algo en mi interior gritó; "Contesta". Y le hice caso, abrí los ojos y mucho antes de llegar a verlo dije;

- No del todo.