viernes, 29 de octubre de 2010

Cuatro.

Aquello más que un centro comercial parecía una ciudad llena de tiendas, mirará por donde mirará, había tiendas sin final.
Jasmine muy amablemente por su parte, me llevó a todas y me fue aconsejando colores, complementos, cosas de las que nunca había oído hablar hasta aquel día.
Compramos bastante ropa, vamos, había más del triple del que me hubiera podido permitir con mi paga de un año entero.
Hubo bastantes trajes de fiestas, porque según ella su hermana tendría que acompañarla a todas, pero había un traje espectacular; era simple, de palabra de honor, largo y celeste, sus complementos eran plateados. Según ella ese me lo pondría mañana, la primera vez que saliera acompañándola como su hermana a través de los medios sociales.
Me dio instrucciones muy claras acerca delas preguntas que me hicieran; quedarme en silencio y sonreír, ella se encargaría del resto.
Imaginarse cómo me sentía yo, imaginarse que después de una vida llena de pobreza, de celos por otras niñas, de todo lo repugnante que era el no tener nada, te sacaran de la mierda y te pusieran como una princesa auténtica, todo lo que viera y me probara o simplemente tocará, Jasmine se encargaba de comprármelo, había pensado que como una famosa adolescente que era, sería bastante odiosa, pero llegué a la conclusión de que ella quería tenerme como hermana, como amiga, como compañera de su mágica vida.
Llegamos al banco de un parque de por allí, las tiendas se habían acabado por aquel día y un criado se había encargado de meter toda la ropa en una limusina que nos acompañaba por todas partes. Jasmine se sentó a mi lado y empezó a toquetear el móvil que me había comprado, la contemplé boqueabierta, el movimiento continúo de sus dedos no eran normal.
- Hoy vamos a una discoteca 
––anunció Jasmine.

- ¿Qué? ––pregunté sobresaltada. Las discotecas no me gustaban, solían haber alcohol, cerdos y drogas. Además no sabía bailar.
- Si, estoy invitada a una nueva inauguración y todos van a ir ––repuso con una magnífica sonrisa, a mi que me habían enseñado el interior de las personas pude comprobar, que ella también la habían enseñado de la misma manera, pero ella ahora estaba en su territorio y yo no, por tanto consiguió su propósito.
- Claro ––musité bajando la vista al suelo.
- Genial, te va a encantar todo esto Bárbara ––agarró mi brazo y estiró de él sin esfuerzos, haciéndome levantar del banco donde habíamos parado a descansar. Comenzó a caminar rumbo a la limusina y a mi no me quedó otra que seguírla preocupada. En una discoteca se suele bailar, ¿si nunca había bailado cómo se suponía que me iba a divertir todo aquello?.
Después de llegar Jasmine me mandó a ducharme mientras ella escogía nuestras ropas, salí asustada con dos toallas cubriéndome, una el cuerpo y otra el pelo.
Ella ya estaba arreglada, y muy bonita; se había planchado el pelo, sus ojos tenían una sombra plateada, llevaba unos pantalones pitillos negros y una camiseta plateada, sus tacones eran finos plateados también y llevaba un par de pulseras.
- Quítate la toalla de la cabeza, tenemos que ver como es tu pelo 
––dijo con una sonrisa de oreja a oreja, podría haberle contestado que tan liso cómo una lija, a mi pelo poco se le podía hacer, pero tan aterrada que estaba con la idea de la discoteca me quité la toalla y miré al suelo.–– Eh, que no te voy a comer ––dijo entre risitas, levanté los ojos del suelo y le sonreí lo mejor que pude–– es muy liso y se nos está haciendo tarde, con una horquilla que te dejé ese largo flequillo semi-recogido quedarás estupenda.

Asentí con la cabeza y miré a mi cama, unos pantalones plateados y un chaleco negro de palabra de honor yacían sobre ella.
Pensé en que aquello era lo que me pondría y no me equivoqué, mientras Jasmine me secaba el pelo yo me abrochaba los botones.
Me pintó los ojos también de color plateado y mis tacones cambiaron de color a los suyos siendo negros, mi hermana quería que fuéramos iguales.
Esta vez no hubo limusina que nos llevará, Jasmine cogió su propio coche, un Audi descapotable azul y me llevó hasta la discoteca.
Había dos hombres corpulentos vestidos de negro en la puerta... unos seguratas. Jasmine solo tuvo que enseñarles un papelito para que nos dejarán pasar.
Al principio me quedé paralizada, horrorizada, pero Jasmine me llevó a rastras hasta el centro de todo aquel desmadre.
No había alcohol, o no lo vi, pero sí que supe que no habían drogas por allí. Aquello me tranquilizó, pero no me atreví a bailar y tras media hora de presentaciones de personas que eran famosas y de las que nunca había oído hablar me alejé hasta un sillón de color canela que había por los laterales.
Un chico rubio bastante más bajo que yo se acercó y se sentó a mi lado, si hubiera estado en Dallas le hubiera gritado miles de groserías, pero estaba en New York y ahora tenía que aprender modales.
- Eh, ¿creo que nos conocemos verdad? 
––le escuché decir, me giré para verle la cara, nunca le había visto por tanto solo había una respuesta clara;

- No creo, soy de Dallas ––repuse intentando sonreír, estaba perturbada y mareada con la música a todo volumen.
- Ah, yo en realidad soy de Ontario, de un pueblesito, pero vengo con Justin y Chaz ––al parecer tendrían que haberme sonado sus nombres, pero yo no los conocía.
- Yo soy la hermana de Jasmine Villegas ––añadí dándome más importancia, si él era famoso yo también lo sería pronto.
- Jasmine es hija única ––dijo enfadado, me había tomado por una mentirosa.
- Ve y preguntale si tiene o no una hermana que se llama Bárbara ––correspondí su enfado. Ambos intercambiamos una mirada intensa, sus ojos verdes brillaron y sonrió con picardia, acababa de aceptar el duelo.
- Espera aquí ––se levantó del sofá, me dedicó un guiño y se largó mirando por todos lados.
Una chica que mi hermana acababa de presentarme se acercó hasta mi.
- Eh, baila conmigo Bárbara 
––me propuso alegremente, no recordaba su nombre.

- No gracias ––negué con una sonrisa.
- No me dejes sola, mírame, no te dices por dentro; pobresita Mery, que no hay nadie que la quiera ––antes de que pudiera volver a negarme me agarró del brazo e hizo que me pusiera de pie, agarró mis manos y comenzó a bailar.
La miré intentando no ser grosera y copiando sus movimientos acabé bailando junto a ella.
Tras un buen rato bailando canción tras canción Alice se alejó de mí agotada, y yo seguí bailando sola.
La pista de baile estaba casi vacía, la gente acababa agotada. Llevaba horas sin saber de mi hermana, aún asín disfruté de todo y seguí a mi bola. Nunca me había sentido tan libre en mi vida, no tenía que ser responsable de mis actos por una vez en mi vida; dí una vuelta y choqué con algo, que me hizo caer al suelo, cuando levanté la cabeza sentí cómo no podía pensar con claridad y se me nublaban algunos sentidos.
- ¿Estás bien? 
––escuché entre todo el jaleo, seguía tumbada y no me había atrevido a abrir los ojos hasta aquel momento. Pero esa voz había sido tan eficaz como un hechizo, algo en mi interior gritó; "Contesta". Y le hice caso, abrí los ojos y mucho antes de llegar a verlo dije;

- No del todo.

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