domingo, 5 de diciembre de 2010

Veintisiete.

Justin, agotado, se dejó caer a mi lado.
Me giré y me quedé embobada mirándole.
Acababa de perder mucho, acababa de derrotarme totalmente.
¿Pero sabéis qué? No estaba frustrada, no me sentía mal.
Sé que debería de haberme negado totalmente, sé que debería de estar buscando una salida... Pero no lo iba a hacer.
Al contrario, pensé que ya que me había ganado, podrían irme mejor las cosas.
Justin sonrió.
- ¿En qué piensas? ––preguntó acariciándome la cara con su suave mano.
- No pienso en algo exacto, estoy viviendo el momento ––reí, por una vez todo era sincero.
- Me gusta cuando eres así ––repuso él.
- Siempre soy así. ––No era cierto, pero a todos les daba la impresión de que lo era. Mi madre me había enseñado a aparentarlo.
- Yo sé cuando estás o no dejándote llevar ––dijo muy firme.
- ¿Ahora lo estoy haciendo? ––pregunté con una sonrisa.
- Llevas bastante haciéndolo ––contestó muy seguro de si mismo.
- Y bueno, ¿tú en qué piensas? ––algo curiosa si que era.
- En que no me voy a arrepentir nunca de esto. 
- Yo tampoco Just.
- Eso es bueno ––dijo levantándose.
- ¿Adónde vas? ––pregunté echada aún en la hierva. Puede que suene raro, pero era confortable.
- A vestirme, y tu deberías de hacer lo mismo. Estamos desnudos, en un arroyo ––rió.
Me levanté del suelo y me vestí, aunque no me calcé.
Miré a Justin que me miraba algo dudoso.
- ¿Pasa algo Just? ––le pregunté sentándome en la hierva.
- Yo... en realidad, te traje aquí por que te quería pedir algo.
- Bueno, pídeme lo que sea ––sonreí.
Se sentó a mi lado y cogió una de mis manos. En un segundo cambió su estado a estar de una manera formal.
- Me estás asustando ––reí.
- Bárbara.... Tengo que seguir con la gira, las promociones... Tengo que irme en unos días de Nueva York y no estoy seguro de cuando podré volver. 
- Justin, quieres decir qué... ––el corazón se me encogió.
- No. Quiero decir que vengas conmigo, estoy diciéndote que me acompañes en todo momento, que no quiero separarme de ti ––me besó con lentitud.––¿Qué me dices?
- No quiero ser una molestia. 
- No lo serás, si es por tu padre yo hablaré con él.
- Está bien, me gustaría ir contigo ––respondí con una sonrisa.


Muchas opinarán que irme con Justin no lo había planeado. Os equivocáis.
Una de las otras cosas que mi madre me mantuvo firmemente en la cabeza desde un principio era que yo tenía que conseguir acompañar a mi pareja, como a ella mi padre la hizo ir. 
Pero yo al revés que ella, me familialicé con todos los componentes de la vida de Just.
Conocí a su familia, conocí a su equipo y lo más importante, sus fans me querían.
La verdad, en aquellos dos meses que pasé de ciudad en ciudad, cambiando continuamente de país, incluso de continente, me olvidé de todo y lo disfruté.
Justin para mi ya no era un juego y lo que sentía por él cada vez era más profundo.
Su madre me quería, yo también la quería a ella.
Su hermana era adorable y su hermano era un angelito cuando dormía.
Justin y yo eramos inseparables, a donde fuera él iba yo. Y en los conciertos siempre ayudaba.
Recuerdo que una de las veces me hizo cantar con él.
Adoraba sus canciones, y su manera de actuar para su público.
Acabábamos de terminar una promoción en Machete y volvíamos a Nueva York, planeaba regalarle a Jasmine un persa nuevo ya que Sushú se había escapado.
- ¿Bárbara? ––me llamó Justin desde el cuarto baño. Dejé el portátil y fui a él.
- ¿Qué? ––pregunté asomando la cabeza, tenía el celular en la oreja.
- Es para ti ––me pasó el teléfono y me besó suavemente.
Salí del cuarto baño y me senté de nuevo en la cama siguiendo mi búsqueda de un persa.
- ¿Sí? ––pregunté.
- Hola cielo, ¿cómo estás? ––era mi padre.
- Ah, buenas papá. Muy bien, mañana estaremos allí ––sonreí estúpidamente, últimamente era lo que más hacía. Sonreír sin más.
- ¿Sabes que tu madre mañana tiene el juicio? ––creo que él si estaba preocupado.
- ¿Mañana? Yo no puedo ir para allá ––tragué saliva.
- Nadie puede, yo seguiré el juicio por llamada. Su abogado me ha prometido que llamará cuando se diga el veredicto.
- ¿Pero no tiene un seguimiento de esos raros papá? ––pregunté angustiada.
- Si, pero no he podido comunicarme contigo en estas últimas dos semanas. 
- ¿Dos semanas llevan con el caso?
- Tranquila, todo va bien. Creo que saldrá de esta.
Respiré profundamente.
En aquellos dos meses también me había olvidado de ella.
- ¿Justin sobre qué hora estaremos en Nueva York? ––pregunté gritando.
- Por la tarde-noche ––respondió él saliendo del cuarto baño y mirándome curioso.
- ¿Crees que habrá sido resuelto para cuando llegué papá? ––le pregunté entrecerrando los ojos.
- Si, tú disfruta el final del viaje ––respondió.
- Cuéntamelo todo mañana papá. Adiós te quiero ––corté la llamada y me llevé el teléfono móvil al corazón.
- ¿Qué ocurrió? ––me preguntó Justin sentándose a mi lado.
- Mañana será el veredicto final en el caso de mi madre ––contesté serena, miré hacia mi izquierda y suspiré.
Justin me abrazó y besó en el pelo.
- Todo va a salir fenomenal, ya verás ––no le respondí. Oculté el rostro en su pecho asustada.
El problema no sería si fallará a ella y tuviera que quedarse, el problema sería a que tenía que enfrentarme.

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