miércoles, 8 de diciembre de 2010

Veintinueve.

- ¿Qué, Bárbara no me asustes, qué te ocurre? ––Estaba ansioso, él había sido tanto... Y ahora yo tenía que hacer algo que no deseaba, no lo quería perder.
- Será mejor que te sientes––intenté parecer serena.
Se sentó y me miró anhelante.
Me senté a su lado y respiré hondo.
Yo no soy católica, pero cuando no tienes en que creer, cuando ves que no tienes salida... Buscas algo en que creer ciegamente.
- Justin, ¿recuerdas el día en que Alice me tiró un jarrón a la cabeza y estuve tan mal? 
- Si... se pasó mucho contigo... ––susurró.
"Ódiame por toda la vida", grité en mi interior.
- Nunca me hizo nada, me lo inventé. Ella me estorbaba en aquel juego. Yo nunca sentí nada por ti y ella te miraba extrañamente enamorada... Decidí apartarla de tu lado y quedarme sola yo. Yo solo quería ser famosa, y tú llegaste a tiempo para convertir mi ambición en una realidad.
- No me gustan esas bromas –– agarró mis manos y se las llevó a la boca. Empezaba a temblar de impotencia.
¿Alguna vez has sentido como todo se escapa de tus manos y no tiene nada solución, ni sentido?
En aquel momento no veía nada, todo estaba oscuro. Me estaba haciendo daño a mi misma, sentía como todo lo que me había hecho tanto bien explotaba y desaparecía ante mis ojos.
Respiré hondo y fijé la mirada en él, dicen que cuando una persona te mira a los ojos es por que es sincera.
- Justin, no quiero mentirte más. ––Era mi verdad, ya lo demás daba igual.
- ¿Cómo has podido hacerme esto?... Yo creí que me amabas ––susurró, si hubiera podido decirle cuánto me dolía aquello, cuánto quería un siempre en mi vida junto a él...
- Lo siento, sabías que era así... No es mi culpa que no te rindieras. ––Aquello solo hacía empeorarlo, y era lo que tenía que hacer.
- Vete. No vuelvas nunca. Y alégrate, conseguiste lo que querías. ––Me levanté de la cama y comencé a correr.
No hay cosa que duela más que el perder a lo que más quieres.
Me quemaban los ojos, estaba llorando. No sabré nunca si comencé a llorar cuando estaba hablando con Justin o después, pero no podía dejar de hacerlo.
Salí del hotel y ni me monté en la limusina, le hice un gesto con la mano y volví a salir corriendo.
¿Has escuchado alguna vez como una vocesita te habla en tu interior? Yo no paraba de oirla, aunque no la escuchaba realmente. La dejaba hablar y seguía corriendo. Parecía que solo quería correr aunque ya me encontraba exhausta.
Tras media hora corriendo llegué a la mansión Villegas, llamé y Alex me abrió la puerta, me miró confusa pero no le dije nada, la empujé y entré.
Subí las escaleras a zancadas y me dirigí a mi habitación, tropecé con Jasmine.
- ¿Qué te pasa? ––preguntó siguiéndome hasta a mi habitación.
La dejé pasar y cerré con todas mis fuerzas, corrí hasta la cama y en el cojín grité ahogadamente, las lágrimas seguían recorriendo mi rostro.
Jasmine se acercó a mi y me estuvo consolando en silencio durante un largo rato hasta que cansada, me tranquilicé.
- ¿Ahora me vas a decir que te ocurre hermanita? ––preguntó, levanté la cabeza y me dí media vuelta para mirarla.
Puede que siempre me hubiera equivocado con ella, verdaderamente quería ser mi hermana, de corazón.
Respiré hondo, ¿qué más daba ser sincera con ella? Necesitaba estar en paz conmigo misma.


- ¿De verdad no quieres quedarte unos días más? Puede que te tranquilice estar aquí, volver a Dallas puede ser duro ahora que te acostumbraste a esto.. ––me preguntó Alice, que me había perdonado todo después de contarle todo. Jasmine me había escuchado y aunque suene increíble, me dio la razón en no decepcionar a mi madre, ella hubiera hecho lo mismo a pesar de que no quería que yo lo hiciese.
- Cuanto antes me marche mejor, Nueva York no es un sitio pleno para Bárbara Swaith ––respondí cogiendo la última caja, sentí un dolor agudo en el estómago y solté la caja violentamente encogiéndome.
- Eh, eh. ¿Qué pasó? ––Jasmine me abrazó interponiéndose en el modo que yo quería tirarme al suelo. Sentía como algo me pinchaba, no podía dejar de agonizar en silencio.
- ¿Me acercas al hospital? Creo que tengo una bajada de azúcar, todo me da vueltas ––Jasmine me acercó al asiento delantero de su volvo, Alice se sentó atrás. Jasmine condujo a la carrera de llegar cuánto antes al hospital.
Al llegar Alice fue a buscar una camilla y entre varios enfermeros de urgencia me echaron en ella.
Alice y Jasmine me acompañaron hasta que los enfermeros le dieron paso, a partir de la separación solo recuerdo el pinchazo de una aguja.
- ¿Estás despierta? ––me preguntó una doctora, estaba en una camilla hechada.
- Si ––respondí sentándome, no tenía suero, ni nada. Simplemente me habría desmayado, deduje.
- Te espero en la consulta en unos minutos, le diré a tu hermana que entré para que te ayude a vestirte. ––asentí. La doctora que no superaría los cuarenta y pocos de edad salió y Jasmine con Alice entraron en ella y se pusieron a mi lado. Ambas no decían, ni preguntaban nada.
Me vestí en silencio y seguí a Jasmine que nos conducía a la consulta de la doctora.
Jasmine abrió la puerta pero no seguía.
- ¿No vais a pasar conmigo? ––pregunté.
- ¿Quieres que entremos contigo? ––me preguntó Alice.
- Si ––contesté.
Jasmine entró, yo la seguí y Alice me siguió a mi.
Nos sentamos en los sillones, menos Jasmine que se quedó de pie.
Era obvio que ella sabían que me había pasado, pero nunca me ha gustado que me anticipen las cosas, todo a su momento.
La doctora entro con bastantes documentos en las manos, no saludó si quiera y se sentó en su sillón.
- Buenos días Bárbara, ¿quieres ver el resultado de tus análisis? ––No esperó a la respuesta y me pasó los documentos, leí lo que pude sin comprender nada. Todo daba negativo menos una cosa, así que enferma no podía estar.
- ¿Qué me ocurre? ––pregunté tras unos minutos en silencio.
- ¿Cuántas veces lo has hecho sin protección Bárbara? ––me preguntó.
- ¿Hecho el qué? ––pregunté confusa, aveces soy demasiado inocente, o creo que pienso demasiadamente infantil.
- Practicado sexo ––respondió.
- No sé, no he contado cuántas veces he practicado eso. ––En la gira con Justin lo repetimos un par de veces más, no las contaba, creí que sin la regla no te podía pasar nada.
- ¿Por qué no usasteis protección? 
- ¿Por qué me lo pregunta? 
Entonces me dí cuenta, un solo análisis positivo, sexo sin precaución... ¡Creían que estaba embarazada!
- No puedo estar embarazada, nunca me ha venido la regla. No iba a usar a necesitar el condón. ––Me aligeré a decir.
- ¿Con dieciséis años nunca has tenido la regla?
- Solo un par de avisos, solo me he puesto dos veces, una con catorce y otra hace unos tres meses ––respondí, mi madre me llevó por que me vino un mes y no volvía. Me habían dicho que era un aviso, que era por que mi cuerpo estaba evolucionándose y cada vez me faltaba menos para ser una mujer estable.
- ¿No pensaste que esta última podría ser que ya había llegado?
- No me dolía, me estaba duchando y vi la sangre ––respondí.
- Lo siento... pero estas en estado.
- No puede ser ––volví a repetir incrédula.
- Hay distintas opciones que podrías sospesar.
- Tengo dieciséis años, no puede destruirme la vida con un bebé ––grité levantándome.
- No te esfuerces de tal manera, podría perjudicar al bebé, ya está en riesgo ––me dijo Alice levantándose a mi lado.
- Pues que se muera, me importa poco lo que le pase a esa cosa. ¡Yo no quiero que me destroce la vida de tal manera!
- Tranquilizarla, Bárbara hablemos a solas.
Alice y Jasmine me abrazaron y luego se marcharon dejándome a solas con la doctora.
Volvía a estar llorando, no podía creerme aquello, no podía ser verdad.
La doctora me miró fijamente.
- ¿Sabes? Yo tengo una hija con tu edad, y si ella algún día se queda embarazada... Bueno, yo la animaría para que abortará, sobretodo por tu estado de peligro.
- ¿Abortar? ––repetí. La palabra sola ya asustaba.
- No te voy a mentir Bárbara, eres muy joven y no tienes un cuerpo que esté preparado para aguantar un parto físicamente. Puede que haciendo una cesárea salieras, pero serían escasas las pobabilidades de llegar al éxito. Después llega el problema de que un bebé no solo necesita cariñó, necesita amor de madre y padre, necesita que le eduquen. Necesita muchas cosas y a tu edad es muy difíciles darlas, no estás preparada para ello, no tan joven.
- Yo no quiero abortar, es algo enfermizo.
- ¿Crees que podrías darle a ese bebé todo lo que necesita?
- No, no podría.
- Abortar es la mejor solución, piénsalo.
Razonar antes hubiera sido lo mejor, pero no me atrevía a hacerlo. Lo intenté, y solo conseguí que me doliera más.
Una vez mi madre me dijo que cuando se quedó embarazada de mi, notó que yo estaba en su interior, y que me amó desde aquel día. Yo... no... pero yo no sabía que algo estaba creciendo en mi interior, yo no sabía que había algo de Justin en mi. No lo detestaba, aunque tampoco lo amaba tanto como para poner mi vida en riesgo.
- ¿Puede darme unos minutos para intercambiar unas palabras con mi hermana y mi amiga? ––pregunté dudosa.
- Claro, pero no tarde por favor ––salí y las miré, ambas estaban igual de asustadas que yo.
Era un bebé, un bebé. Dentro de mi crecía vida y esa vida... Yo no estaba preparada para ser madre, ¡solo tenía dieciséis años dios mío! Acudí a ellas llorando, ambas me abrazaron.
Nos sentamos en una butaca y callamos, todas temíamos por mi, no sabía si estaba siendo egoísta, pero tenía miedo.
- Papá te entenderá, solo habrá que cuidarte más y no sé, un bebé será algo maravilloso. ––Rompió el silencio Jasmine. ¿Había dado por sentado que iba a tenerlo?
- ¿Qué? No creo... yo no lo tendría ––dijo Alice, la miré detenidamente. Ella estaba siendo sincera, aunque doliera un bebé era una responsabilidad diaria, era algo tan duro... Yo había crecido sola con mi madre, mi madre adolescente, mi madre que había tenido que darlo todo por mi... Yo no quería tener esa vida. Yo agradecía a mi madre todo lo que tubo que luchar, pero ella si hubiera sido yo, si hubiera pensado como yo... No me hubiera tenido.
- Yo creo que lo mejor es que lo hables con Justin, él lo cuidaría con toda el alma, y te perdonaría. Él quiere lo mejor para ti, te ama. ––Jasmine estaba claramente en favor de tenerlo.
- ¿Olvidas que es arriesgado para mi salud, y si no sobrevivo? ––pregunté angustiada, mi madre no me perdonaría tenerlo y morir por ello.
- Eres fuerte, lo podrás enfrentar todo.
- Jasmine no quiero tener esto, no quiero reprocharme toda la vida que con dieciséis años perdí todo, con un bebé no puedo hacer nada. No quiero estar obligada a ser amable, a dar cariño aunque me sienta mal. No quiero esa responsabilidad. 
- Bárbara es un bebé, tu madre siempre estuvo orgullosa de haberte tenido.
- Mi madre es distinta, yo no quiero.
- Es lo mejor Bárbara ––Alice me apoyó.
Me levanté y me dirigí a la consulta.
- Voy a por Justin, esto no puedo suceder así. Él tiene derecho a saber esto ––me giré a tiempo para ver a Jasmine salir corriendo. Daba igual lo que ella hiciera, daba igual si Justin quería o no. Era mi vida, y yo no podía con aquella responsabilidad. 
Sabía que siempre recordaría que maté a una criatura, pero si no lo hacía y salía con vida me reprocharía toda la vida lo que me perdería teniéndolo.
Entré llorando y me senté en el sillón.
- Quiero abortar ––anuncié a la doctora, se levantó y se marchó. 
Me cambiaron de habitación, me senté en el sofá que había. Me daba miedo echarme sola en la camilla.
Alice entró y se sentó en la camilla.
Me levanté, me senté a su lado y la abracé aterrada.
Ya no era solo lo que me podría pasar, era lo que pensaría mi madre. Ella... no podía cometer los mismos errores que ella cometió, ella se destruyó la vida teniéndome aunque diga que siempre fui lo mejor de su nueva vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario