viernes, 17 de diciembre de 2010

Treinta y dos.

- Si quieres les digo que paren hasta que volvamos, ellos solo actúan cuando yo estoy presente ––murmuró la doctora.
- Hágalo. ––Ella suspiró.
- Jeremy, esperen a que volvamos, no tardaré. ––Un especialista atendió a la doctora y después dejo el bisturí.
Me acerqué a su rostro, y la miré frustado.
Era un monstruo, y la amaba con todo mi ser.
Me giré y ande hasta la doctora. Caminó a una sala y se sentó en un sillón.
La consulta era pequeña, solo tenía el escritorio, una camilla y varias sillas.
- Siéntate ––me instó, me senté abstraído. Solo podía pensar en un por qué, ¿por qué a mi me tenía que suceder todo aquello? Estaba tan frustrado...
- Justin ––me llamó la atención con unos documentos.
- ¿Resultados? Ya sé que está embarazada ––me levanté y la miré más dispuesto que nunca a montar un escándalo.
- Siéntate de nuevo, te voy a decir que pasará con ella si llega a tener un hijo muerto. 
- ¿Muerto? ––un escalofrío recorrió toda mi espalda y me hizo temblar. La miré agobiado y retome asiento.
Ella respiró hondo.
- A ella no tuve que llegar a contarle mucho, estaba dispuesta a hacerlo por su futuro, y por su familia. Pero a ti eso no te para, Justin, Bárbara estaba en riesgo cuando llegó al hospital. Si el embarazo hubiera seguido adelante, ella no hubiera tenido oportunidad alguna de sobrevivir al parto, y esa criatura tendría muy pocas posibilidades de nacer vivo. No es que ella no pueda en un futuro, pero solo se alimenta para ella, y bastante poco. ¿Cómo explicas si no que con dos meses y medio en estado no tenga ni un bulto? Bárbara es una persona indefensa, pobre de salud. No podría tener un hijo con esta edad. Es muy posible que le quede alguna secuela de este aborto, pero mejor eso que morir por algo que no tardaría en morir. Quizás saldría adelante pero las enfermedades le culminarían.
Demasiada información, no estaba seguro de que respiraba.
La sangre se me heló, y no supe como reaccionar.
Yo no quería que ella muriera, era algo... que nunca podría llegar a desear. Ella era mucho más que una chica en mi vida, ella era el amor de mi vida, lo sabía, lo sentía... ¿Cómo podían decir aquella monstruosidad?
- Podemos esperar a que busques unos abogados y planteéis una solución con los suyos, o acabar con el infierno que acaba de aparecer en la vida de una simple niña de dieciséis años. ––No podía ser egoísta, quizás ella lo fuera... Pero yo la quería, y deseaba lo mejor para ella estuviera o no a mi lado.
- Adelante... ––susurré. La doctora se levantó y me dejó solo en la habitación. Miré al techo desconsolado, todo me apretaba. La sangre no fluía bien por mi corazón, estaba peor que nunca.
No solo me pasaba que ella no me quisiera, si no que encima podría haberla matado. Por mi culpa, por no haber sido responsable, por haberla deseado más de lo posible. 
Yo solo sabía hacerle mal a las personas que me rodeaban, defraudé a todos a los que les había prometido tantas cosas, defraudé a mi madre, a mi familia, a Scot... y ahora, Bárbara tendría secuelas de un aborto.
La vista se me empezó a nublar, estaba llorando. Me froté los ojos y respiré lo más fuerte que pude, intenté que mi corazón dejará de quemar, pero cada segundo se me hacía más lejana la idea de estar bien, como antes, como hace varios meses. Como hacía días estaba.
Me levanté de la silla, algo mareado. Volví a pararme para respirar, cogí las fuerzas que creí que ya no me quedaban y salí de la pequeña consulta.
Destrozado, caminé por los pasillos llenos de dolor del hospital, había pensado en irme del lugar, pero no podía.
Antes siquiera de mirar donde estaba, camine sobre mis pisadas y busqué el pasillo donde había encontrado a Alice, llegué y me senté a su lado en silencio.
Ella me miró dubitativa y volvió a mirar la puerta que nos separaba del quirófano.
- ¿Por qué la perdonaste? ––pregunté mirando el suelo.
- Hay mucho más de lo que se ve en ella, hay razones... Sólo hay que tener una corazonada y buscarlas ––respondió en susurros.
- No deberías seguir creyéndola, sólo hace daño. 
- Tú sigues creyendo ciegamente en que todo volverá a ser lo mismo.
- No es cierto.
- Justin, te conozco. Sé como piensas, no te rendirás. 
No pudimos seguir con la conversación, puesto que una enfermera salió del quirófano y llamó a los "familiares" de Bárbara Swaith.
Alice y yo, nos levantamos y fuimos a la enfermera.
- La trasladaremos a la habitación 536, por favor díganme quién va a acompañarla esta habitación ––dijo la mujer que no sobrepasaría de los veintisiete años.
- Yo ––me adelanté a Alice.
- Dígame su nombre y apellido por favor ––pidió la enfermera, miré a Alice que me miraba aturdida y volví la vista a la enfermera.
- Justin Drew ––no iba a dar más.
- Está bien, no pueden hacer visitas hasta que no despierte, y no puede haber mucho ruido. La chica tendrá que descansar totalmente ––me tendió una plaquita, la cogí y me senté. La enfermera le dijo algo más a Alice y se marchó.
- A Jasmine no le va a gustar nada todo esto, primero por que ha fallado y segundo por que no se quedará con Bárbara ––dijo Alice.
- Jasmine no tiene derecho a quedarse, yo si.
Alice calló y miró de nuevo a la puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario