sábado, 4 de diciembre de 2010

Veintiséis.


Estaba tan emocionada leyéndolos que ni siquiera me dí cuenta de que me llamaban al Iphone.
- Bárbara, te llaman... ––Llamó mi atención poniendo el Iphone delante del periódico que leía.
- Ah, si. Perdón ––me disculpé atendiendo la llamada.
- ¿Te he despertado? ––Justin parecía divertido.
- No, pero no me dí cuenta de que sonaba ––contesté riendo.
- ¿No será que has echado para atrás porqué cumplí mi parte del trato? ––quería picarme.
- Yo nunca incumplo mi palabra ––refunfuñé, aunque no la incumplía si había prometido con espectátivas de mejorar los intereses a mi favor, lo de Justin lo podría aplazar sin problemas.
- ¿Tendrás algún problema con lo nuestro? ––preguntó inseguro.
- No creo ––contesté. ¿Qué problema iba a tener si era lo que tenía que ocurrir?
- Bueno, esta tarde te irá a buscar Max. Estate lista para cuando el llegué.
- ¿A dónde me va a llevar el señorito Bieber? 
- A una entrevista.
- Vale, estaré lista.
Colgué antes de que pudiera decir algo más. ¿Una entrevista? ¡Qué iba a decir!
Tragué saliva.
- ¿Pasa algo? ––me preguntó Jasmine. ¡Era evidente que algo me pasaba!
- Just me va a llevar a una entrevista...
- ¿Y...?
- ¡No sé que decir! ––grité.
- Ah, bueno. Eso es fácil, si no quieres ser criticada sé franca y no pasará nada.
- Muchísimas gracias, no sabes cuánto me has ayudado ––dije con ironía.
- Bueno voy abajo, Kim tiene que estar a punto de llegar. Recuerda ir a desayunar ––Jasmine salió de mi habitación y me dejó sola.
Ahora no solo no sabía que decir, si no que tampoco sabía que ponerme.
Intenté pensar que me pondría mi madre.
- ¡Algo simple, pero elegante y poco vistoso! ––me levanté y me metí en el armario. Tarde una hora y media para encontrar algo que creí "perfecto" para la ocasión.
Seguía sin tener hambre por lo que me metí directamente en la bañera y me intenté relajar como la noche anterior.
Salí y me vestí con un vestido plateado, ajustado, corto pero simple y unos tacones negros. Me sequé el pelo y lo dejé suelto pero con una cinta plateada sujetándome el flequillo hacía atrás.
Bajé abajo y justo cuando estaba por la última escalera escuché como llamaban al timbre.
Serffect fue a abrir la puerta. Max me esperaba con su uniforme.
- ¿Adónde vas Bárbara? ––me preguntó Jessi.
- Justin me lleva a una entrevista señora Villegas ––contesté casi rozando la salida.
- Que os vaya bien ––le escuché decir.
Entré a la limusina y Max condució en silencio.
En el recorrido pensé miles de preguntas que podría hacerme y a la vez las miles de respuestas que podría decir.
Estaba tan ilusionada que ni me percaté de que habíamos llegado hasta que Max abrió la puerta y vi a Justin sonriéndome.
- ¿Viene conmigo señorita Swaith? ––me invitó a salir con una maravillosa sonrisa.
- Por su puesto, señorito Bieber ––reí mientras bajaba.
Me agarró por los hombros suavemente y me condució hasta la puerta de atrás del edificio.
- ¿Por qué entramos por atrás? ––pregunté mientras una empleada nos llevaba por los pasillos del sitio.
- Siempre me ha gustado ir por atrás ––rió.
- Interesante ––sonreí.
- Les encantarán tu sonrisa.
- La tuya es más increíble que la mía.
- No, la tuya es magnífica.
- Ya hemos llegado ––nos interrumpió la chica.
Los dos nos miramos y nos cogimos de la mano, símbolo de que estábamos nerviosos.
Había un inmenso plato lleno de gente, y los cuatro periodistas estaban sentados enfrenté de dos sillones que eran para nosotros. Todos aplaudieron cuando Justin y yo entramos y nos sentamos.
Las preguntas se ciñeron a lo típico, dónde nos conocimos, cuando nos empezamos a enamorar, que decían nuestras familias, etc... Ninguna me cogió por sorpresa.
Salimos ambos complacidos y en vez de entrar de nuevo a la limusina entramos al coche rojo que Just había alquilado.
- ¿Adónde vamos? ––pregunté llena de júbilo.
- A nuestro sitio especial ––contestó con un corto pero intenso beso en los labios.
Me pasé el recorrido hasta el arroyo embobada con Justin, no sé porqué pero no podía dejar de admirarlo aquella noche.
Nos sentamos en la hierva y miramos la noche.
- ¿Has sentido alguna vez esto por alguien más? ––me preguntó Justin incorporándose.
- No... ¿y tú?
- Eres la primera persona a la que deseo en cuerpo y alma.
- Es muy pronto.
- Me lo debes.
- ¿El amor se debe?
- La palabra si.
- Más adelante Just, no quiero estropearlo.
- ¿Por qué lo íbamos a estropear?
- ¿Por qué lo ansías tanto ahora? ––me puse de pie y le miré. Si, me quería salir por la rama del enfado o el no te creo.
Se levantó y me miró de enfrente. Acarició mi cara y me besó, intenté alejarme de él pero me atrajo agarrándome las caderas.
- Por que te quiero ahora y siempre ––musitó, se me heló la cabeza, me había convencido con aquella sencillez. Sus manos bajaron de mis caderas a la parte baja del vestido y me lo subió lentamente mientras me besaba con lentitud, con arrogancia y desesperación.
Sé que debería haberme negado, pero ya no era solo mi mente la que había cambiado, todo era distinto. No sé, ni quiero saber como logró derrumbar aquellas murallas que cubrían mi corazón, solo sé que yo también lo quería en aquel momento y para siempre.
Poco a poco se fué despojando de el, hasta que porfín me dejó en ropa interior, los brillantes de mi sujetador refulgían con la luz de la luna, a Justin se le veía más hermoso que nunca con esa mirada tan penetrante y calurosa que aquel día me pareció tener.
Me acerqué a él más y le desabroché aquella bonita blusa blanca que llebaba puesta, después me chafé de su camiseta interior y sus abdominales quedarón desnudos ante mi.
Su lengua recorrio mi cuello. Mi nariz rozaba con su pelo y oreja, a la que casualmente mordí.
Nos tumbamos lentamente en la hierba y unos dos mínutos después nos deshicimos por completo de las pocas prendas que separaban su cuerpo del mio.
Primero su mano recorrio una ruta desde mi barbilla, trazando mi cuello y llegó a el ombligo, luego con la lengua volvía recorrerla rozando uno de mis pechos con ella.
Su mano se colocó suavemente al lado de mi pelo aguantando su peso, aunque si se hubiera dejado caer sobre mi nunca me hubiera molestado. Su cuerpo terminó de adaptarse a la altura del mio y contra metió, estaba tan resuelta que solo sentí el alivio de que estubiera en mi.
Siguío con su ritmo arrematiéndome, y sujetando de vez en cuando mis caderas.
Mis manos sujetaron su pelo y de vez en cuando una se escapaba para tocar su torzo al descubierto y sentir con mayor nitidez que me encantaba el tacto de su piel.
Su cuerpo y el mío empezarón a estar sincrónizados, ya era cosa del sentido que fueramos a iguales. Cada vez que tenía un hueco para respirar después de uno de esos apasionados besos suspiraba, y creo que hasta gemí, pero el placer era algo que nunca llegué a imaginarme.
Mientras mis dedos se volvieron a enrroscar en su suave pelo sentí como ahora el se movía con más ansía que antes y yo hice ademán de él.
Nunca me hubiera imaginado lo que sucedería después, lo que sentiría cuando el gimió, lo que yo le sentí dentro de mi. Nunca hubiera imaginado que se pudiera amar así.



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