sábado, 8 de enero de 2011

Treinta y siete.

La estancia en el hospital fue larga y a la vez corta, corta por que duró dos días y larga por que no podía pasar las horas sin pensar en que amaría a Justin por el resto de mi vida, que jamás mi madre lograría sacármelo de la cabeza.
Jasmine me acompañó hasta el avión y dí rumbo a Texas.


¿Alguna vez te has parado a mirar un reloj de frente?
¿Te has parado a ver pasar las horas, y pensabas que pasaban demasiado lentas?
No había nada en aquella casa de Dallas que me hiciera sentirme a gusto, sentía una presión sobre mi cabeza que no me dejaba siquiera pensar. Mi madre en cambio estaba preparándose para volver a tenerme fuerte psicologicamente.
Mi móvil en aquella semana no paraba de sonar, invitaciones a programas de cotilleo, Alice, Jasmine, hasta mi propio padre quería comunicarse conmigo. Pero a ninguna de esas numerosas llamadas contestaba. 
Habíamos pasado de vivir en un pequeño cuchitril piso, a un piso de lujo. Mi madre había empleado bien el dinero que había traído de Nueva York.
- Bárbara. -- Me llamóe desde la salita. Recordé como empezó todo. Recordé como al llegar al salón hacía años había una pizarra con un ataque personal escrito. Un esquema de lo que tendría que aprender... Ahora volvía a aquellos instantes tan extraños de mi vida.
Me levanté de la silla y la coloqué tras la mesa, había hablado literalmente cuando dije que me pasaba las horas frente a un reloj y contaba los minutos hasta la saciedad.
Llegué y me senté en el sofá, la miré esperando su plan.
- ¿Qué sientes ahora que Justin no está a tu lado? ––preguntó sumisa.
- ¿Qué? ––pregunté extrañada.
- Justin y tú parecíais muy unidos, ¿qué ocurrió para que todo aquel cuento de hadas terminará? ––seguía preguntando.
- Mamá, ¿qué haces?
- Preparándote para las entrevistas que tendrás en unos meses. ––Sonrió. 
Suspiré y miré al techo.
- ¿Qué tengo que responder? ––Pregunté.
- Da muchas vueltas al asunto, no contestes nunca la pregunta directamente. Si te exigen comienza a llorar y dí que esto te supera, que es muy duro para ti.
- A ver, no contesto nunca, si me piden lloro y me hago la débil, ¿eso quieres?
- Exacto.
- Mamá... No creo que pue ––me interrumpió.
- Hoy no, pero podrás ––se levantó.–– Quiero que busques respuestas a esas dos preguntas, todos los días te haré preguntas y deberás contestar como te pedí. En dos días volveremos a poner a tu mente antes que a la razón. No quiero volver a verte frente al reloj, es una memez. Te quiero espabilada todo el día.


- ¿Preparada? ––me preguntó mi madre en el camerino.
- Tranquila mamá, no podrá esta vez con mi mente. Justin Bieber no volverá a derrumbar el muro. ––Sonreí. Tras veintisiete meses de entrenarme psicológicamente, veré a Justin Bieber. Aquel ser por él que me pegué meses encerrada.
Había aceptado esta entrevista por que mi madre dijo que mis privilegios se estaban acabando, la gente ya no me reclamaba tanto y tenía que volver a subir. Habíamos intensificado mis horas de pruebas, y había estado con fotos de Justin y videos de cuando teníamos dieciséis años durante horas.
Le saqué la lengua e intenté darle de mi confianza a mi madre. 
- En tres minutos sales al plató. ––Me avisó un encargado, la verdad nunca he sabido como se denominan a esas personas que dirigen cuando sales o entras al plató.
- Buena suerte ––murmuró mi madre, parecía que ella se jugaba más que yo, que no solo me jugaba el corazón, sino la mente.
Abrí la puerta serena y segura de mi misma, seguí al regidor y me senté en una silla confortable que daba vueltas. Sonreí a los periodistas y miré al público.
- Gracias por haber accedido a una entrevistas cara a cara con Justin Bieber ––me dijo Stella, la presentadora.
- A usted por haberme invitado ––sonreí.
Vi entre el público a la madre de Justin con Scott, busqué a Kenny pero no lo vi, quizás ya no trabajará para Justin.
La gente empezó a aplaudir y el programa en directo empezó.
- Hoy, como ya dijimos desde hace dos semanas tenemos a los protagonistas del romance más perseguido en televisión e internet de todos los tiempos. Bárbara Swaith y Justin Bieber responderán a todas nuestras preguntas juntos, y en público. También conoceremos a la nueva chica que ronda a Bieber en sus conciertos. ––Dejé de atender a la presentadora, dejé de atender a todo. Acababa de darme cuenta de una cosa a la que había olvidado atender; yo seguía enamorada de Justin.
Todos se levantaron, me enjugué los ojos y miré al suelo. Intenté coger el hilo de la presentadora.
- Bienvenido Justin ––dijo Stella.
- ¿Qué tal Bárbara? ––Saludó Justin sentándose a mi lado.
- ¿Cómo estás tú Justin? ––Subí la mirada para encontrarme con la suya. La primera vez que lo miré a los ojos sentí escalofríos por toda mi espalda, aquella vez sentí como algo me pinchaba el corazón. Una mano estrujaba mis pulmones.
Justin no apartó la mirada y sonrió. Aguanté como pude, pero fui yo quién la apartó primero y miré a Stella.
- ¿Comenzamos? ––preguntó.
- Adelante ––contestó Justin.

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