martes, 4 de enero de 2011

Treinta y séis.

#Contado por Bárbara.
No sentía nada, absolutamente nada. No podía mover ninguna parte de mi cuerpo.
Miré a Jasmine aterrada. ¿Y ahora qué sería de mi? ¿Me quedaría sin mobilidad todo el resto de mi vida?
Tragué saliva, las lágrimas salían de mis ojos por doquier.
- ¡Está despierta! ––gritó, se levantó y se acercó a mi.
- Hola ––musité cerrando los ojos con fuerza.
- ¿Cómo estás? ––me preguntó otra voz, la voz que más odiaba por el simple hecho de que al escucharla mi cuerpo se estremecía, pero esta vez no me estremecí, pero si que sentí como mi pecho se abría y cerraba en dos segundos.
¿Alguna vez has sentido como algo que nunca imaginaste que existía apareciera y a la vez que te hacía feliz te hacía la persona más estúpida del mundo? El amor era eso, era algo que te hacía feliz y a la vez te volvía en un ser débil.
<<¿Y ahora qué?>> Me pregunté dolorida, no tenía nada planeado. Nunca creí que regresará, y menos tan pronto.
Jasmine agarró mi mano, vi como entrelazaba sus dedos con los míos y me sonrió con lágrimas recorriendo su rostro.
Opino que si alguien le da demasiada importancia a esto era ella, yo estaba... bueno no sentía nada, pero estaba bien, ¿no?. Es decir, respiraba, hablaba y podía dormir y despertar.
- Jasmine... déjame estar a solas cinco minutos con ella ––le pidió con una voz suave, sexy y que hubiera deseado no oír. Respiré más lentamente y entrecerré los ojos. Rogué que Jasmine fuera lista y no le permitiera quedarse ni un solo segundo conmigo a solas en lo que me quedaba de estancia en aquel lugar.
- Será mejor que vayas en busca de la doctora Bieber, Bárbara necesita ser examinada cuanto antes ––dijo ella negando de una manera sana su ruego.
- ¿Por qué no vas tú mejor? ––insistió él.
- Ve a por la doctora ahora Justin ––le ordenó. Tras varios segundos escuché la puerta cerrarse de un golpe.
Jasmine dejó de mirar a ella y me miró a mi, le sonreí.
- Y bueno, ¿cómo te encuentras? ––preguntó acariciando mis dedos con las yemas de los suyos.
- Estaré mejor ––contesté mirando mi mano. 
Escuché jaleo, intenté moverme pero no podía ni cambiar la cabeza de posición.
- ¿Está completamente despierta? ––preguntó una voz que yo ya había oído antes, supuse que sería la doctora que me dio los resultados del embarazo. Jasmine fijó sus ojos en mi.
- Más o menos ––contesté.
- Es normal, la anestesia tardará varias horas en dejar de tener efecto totalmente. ––Jasmine se alejó de mi soltando mi mano y la doctora Stephanie ocupó su lugar. Tocó varios botones y anotó algo en su carpeta. Supuse que estaría bien en un corto plazo.
- ¿Cuándo podré irme? Tengo a mi familia esperándome en Texas ––intenté parecer amable no quería que se tomara con que no soportaba el lugar, aunque realmente nunca me habían gustado los hospitales.
- Si la cosa va bien, mañana mismo podríamos darte de alta ––contestó sin parar de anotar.
- ¿Qué tiene que estar bien para que eso suceda?
- Tu cuerpo.
- Mi cuerpo está a la perfección.
- No me refiero a tu físico, sino a tu salud. Ya me comprenderás mejor en unas horas.
- ¿Dices que me podría doler algo o estar paralizada? ––Tragué saliva.
- Si, exactamente esas son unas de nuestras preocupaciones.
- Ajá ––resoplé.
- Todo saldrá bien ––susurró Jasmine, no la veía supuse que estaría más atrás de la columna.
- Bueno Jasmine, me tiene que acompañar un momento. En unas horas volveré a hacerle una corta visita señorita Swaith.
Si se llevaba a Jasmine eso significaba que me quedaba a solas con Justin, y eso no era para nada bueno. 
Vi a la doctora separarse de mi, Jasmine se acercó pero la siguió en silencio, y dos segundos después escuché la puerta cerrarse.
Esperé con los ojos abierto a lo inevitable, pero se acercó hasta dejar como dos pasos de lejanía entre ambos.
- Perdóname ––musitó. ¿Por qué me pedía perdón?
- ¿Qué? ––pregunté aturdida. 
- Lo siento, todo esto ha sido culpa mía... Yo ––le interrumpí.
- Bieber esto es culpa de ambos, no incluí un embarazo en todo esto, pero por suerte no he pasado nada. Pues marcharte en paz ––contesté mirando al suelo. Si de algo he aprendido y nunca olvidaré de mi madre es que las fuerzas se pueden sacar de otros.
- Pero si yo... ––volví a interrumpirle. Si le escuchaba podría darme por perdida, aunque ya estaba perdida, totalmente arruinada.
- Justin te he dicho que no es tu culpa. Yo me salí un poco y ya está. ¿Además quien te dijo que esto era tuyo? No has sido el único. ––Vi como Justin se hundía de nuevo, demasiado para él y demasiado para mi. Justin se marchó en silencio pegando un portazo. Cerré los ojos con fuerza rogando un milagro, el milagro de la muerte. Aquello era lo que yo deseaba, morir.
Escuché la puerta abrirse otra vez, no abrí los ojos temía que hubiera vuelto. ¿Y si me insultaba a la cara? Era lo que me merecía, lo sabía, pero no quería que lo hiciera. Confié en sus buenos modales y esperé.
- ¿Te has quedado dormida? ––Era la voz de Alice, abrí los ojos y le sonreí.
- Sólo intentaba olvidar la pesadilla ––y de mis ojos salieron un mar de lágrimas cristalinas que delataban el daño que me estaba haciendo a mi misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario