viernes, 9 de septiembre de 2011

EXTRA.

Un primer momento.

La primera vez que miras a alguien a los ojos, estás mostrando que deseas saber más... pero a lo mejor con una sola mirada tienes suficiente para darte cuenta de que todo lo que puede ser de esa persona, jamás podría describirlo con palabras.
Recordé sus ojos verdes agua, recordé como mi piel se erizó mientras ella se sentaba bien en el coche. Recordé como no pude apartar la mirada de ella ningún segundo a partir del primer cruce de miradas que tuve con ella.
Bárbara, así la había llamado Jasmine. Hermosa, deslumbrante y cautivadora. Temblé de pies a cabeza. 
¿Habéis sentido alguna vez que esa persona está hecha para ti nada más verla? ¿sin saber de su nombre o de dónde viene? Sin saber su historia...
Sabía que ella era para mi, lo había sentido, lo había... vivido. Quizás en algún sueño, quizás en mi imaginación... pero una vez antes de verla, ella ya había pasado por mi cabeza.
Suspiré y volví a recordar como la vi de lejos moviéndose en aquella discoteca, senxual y exitante.... como cuando me acercaba a ella más me enganchaba, su pelo cayéndole liso hasta la cintura, sus manos de porcelana encima de su cabeza moviéndose sin cesar, sus caderas bailando al ritmo de la música, sus pies plantados en el suelo pero con su ligero movimiento hacía los lados... y como al llegar a ella, en vez de tocarle la espalda para que girase como tenía pensado, me empujaron y choqué contra ella haciendo que se estampará contra el suelo. Recordé como, aún tirada en el suelo y casi derilando, se la veía fuerte y hermosa.
Y su perfume me envolvió en el auto, cuando la llevaba en mis brazos e intentaba apartar la mirada de su cuerpo una y otra vez, mientras Chaz me hablaba sobre la chica que acababa de conocer en la discoteca... y sentí como se removía en mis brazos... cuando pude hablarle... como deseaba que estirase la cabeza y me mirara directamente a los ojos, sin vacilación alguna... y cuando lo hizo, fueron como si mil cohetes explotaran dentro de mi estómago, bramando que era hermosa como nadie, que era perfecta, que tenía que ser mía.
Me recosté en el sofá, y dejé caer mi cabeza atrás. Ya sabía cuál era su habitación, me propuse ir una y otra vez a verla por el camino de regreso a casa, pero me resigné por mil y una razones que decían que era un locura. ¡Me había enamorado-obsesionado a primera vista! ¿A qué persona de dieciséis años con el mundo a sus pies le sucede algo así? ¡Solo a mi! Pero yo ya supe que la quería, la quería, la quería, la quería. Quería casarme algún día con ella, compartir el resto de mis días con ella, que llevará mi apellido, que tuviéramos hijos. Quería que nada fuese más importante para ella que estar conmigo como yo en aquel momento vi que solo me importaba que ella se enamorará de mi.

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